Miami. Día 5. Los Cayos

Amanece un nuevo día en nuestra aventura floridana, el penúltimo día del viaje. Así que tenemos que aprovechar para intentar hacer todo aquello que tenemos pendiente (o eso creemos).

Partimos rumbo a los cayos (Keys), intentando llegar lo más lejos que podamos, aunque somos conscientes de que la distancia es mucha, y el tiempo, escaso. Bajamos por la Hwy 1, atravesando toda la parte sur de la península de Florida, hasta cruzar el primer puente hasta Cayo Largo y seguimos luego hacia el suroeste un buen tramo, hasta pasar Islamorada, momento en el que paramos a un lado de la carretera, viendo ésto…

Un poco más adelante ya paramos en Whale Harbor, un típico puerto de atraque de la zona, en el que se encuentran amarrados los barcos con los que salen a pescar y tomar el sol. En toda la zona de los cayos hay numerosos aparcamientos para barcos, y un negocio de compra-venta espectacular.

Después nos dimos la vuelta, porque queríamos dar el típico paseo en lancha que no habíamos podido realizar el día anterior, así que nos chupamos otra buena tirada de millas hasta el safari-turistero. Aquí va una breve crónica en imágenes, destacando que el nivel de las aguas era bajo, por lo que el recorrido era más bien reducido, aunque por la misma razón, los caimanes se concentraban más.

Después del paseo nos fuimos a ver el Mall de Sawgrass Mill, más que nada por ver la diferencia con los centros comerciales de aquí, y para mí un poco de lo mismo, un rollo patatero, salvo que me llevé unas Nike con un 40% de descuento de lo que cuestan aquí, pero vamos, que no me voy a Florida de compras… 😉

Por la noche, tras un rápido paso por el hotel para adecentarnos, nos fuimos a cenar a un clásico de Miami Beach, el Joe’s Stone Crab, sitio en el que no se admiten reservas, así que apuntarse en la lista, hacer cola y estar al tanto de cuando te llamen. Es impresionante el ritmo que llevan, y la caja que deben hacer con los turistas, porque las famosas patas de cangrejo (que estaban muy ricas, eso sí) las pagas a precio de oro. Ahí van un par de fotos del momento…

Véase el detalle del babero y el tamaño de las pinzas…

Y después de esta opípara cena, paseo, coche y a dormir, que al día siguiente hay que hacer las maletas y abandonar el hotel, sniffff 🙁

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