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Miami. Dia 6. Despedida

Finalmente llegó el último día del viaje. Recogida de maleta, desayuno en la terraza del hotel, últimas compras en la tienda del mismo y a hacer el check-out. Hasta los pájaros vienen a despedirse durante el desayuno.

Una vez liquidadas las cuentas en la recepción, todavía tenemos tiempo hasta la salida del avión, así que aprovechamos para ir a dar una vuelta por Miami Beach, que no lo hemos visto en horario «comercial», a ver qué aspecto tiene.

Dejamos el coche en el parking, y vamos de paseo por la zona más «auténtica» del art decó, paseando por Lincoln Rd, Collins Ave, Ocean Drive, visitando el centro de información del Art Decó, la Apple Store, pero lo que más me gustó fue el ambiente de la zona, nada que ver con el centro de Miami, lleno de oficinas y gente mucho más encorbatada, aquí es el Benidorm americano de gente de vacaciones. Estas imágenes valen más que mil palabras… 🙂

Tras el paseo (nos quedamos con ganas de más), sólo faltaba el trámite restante habitual: dejar coche – control entrada – avión – zzzz – Madrid! Así que una vez llegados, deshacer maletas y a buscar a los niños, que ya los echábamos mucho de menos, pero eso… es otra historia… 😉

 

Miami. Día 4. Everglades National Park

Amanece un nuevo día. Después de la visita de ayer al KSC, todavía nos quedan fuerzas para seguir tirando millas por Florida, así que hoy nos vamos a visitar el Parque Nacional de los Everglades, para cambiar tecnología por naturaleza.

Así que una vez aseaditos, cogemos el coche, parada en Starbucks que hay en el camino por la US-1, y rumbo directo hacia la entrada del parque, siguiendo las indicaciones del TomTom, que no lo he dicho hasta ahora, pero que se portó muy bien. Una vez que llegamos al parque, paramos en el Ernest Coe Visitor Center, que se encuentra justo antes de la entrada propiamente dicha (con barrera y pago de entrada). Allí hay una exposición interesante sobre el parque, como no podía ser, y además te informan de las actividades que puedes hacer y los horarios de las mismas. Nos informan que en 30 minutos hay una visita guiada desde Royal Palm, así que allá que nos vamos. MAPA DEL PARQUE

La ruta la realizamos con una guía muy simpática, que nos previene de todos los posibles ataques de la fauna local, especialmente de los mosquitos, así que nos echamos una buena ración de repelente antes de empezar. El sendero está muy bien marcado, y con carteles explicativos a lo largo del mismo. La pena es que con las obras de mantenimiento que están realizando no se puede completar la vuelta completa, pero nos hacemos una buena idea. Y sí, había unos cuantos alligators… Hay que destacar que estamos en la época seca, por lo que el nivel de las aguas es bastante bajo, por lo que muchos de los canales están secos, lo que permite apreciar el paso de los reptiles por las marcas que dejan en el barro.

Después de la visita decidimos ir hasta el final de la carretera (es una carretera sin salida), para llegar a Flamingo, donde está todo un poco destartalado a causa del huracán Katrina, y debe ser que tienen pocos fondos, porque la reconstrucción va un poco lenta. A lo largo de la carretera salen indicaciones de los diferentes senderos y miradores que hay, que en general no deben realizarse a la ligera, salvo que quieras acabar sirviendo de cena a alguno de los reptiles que habitan el lugar. A destacar que en esta zona además de alligators hay cocodrilos, así que el bistec de humano debe cotizar alto (y ahí lo dejo).

A la salida del parque el cielo empieza a ennegrecer, y decidimos ir a ver la zona norte del parque, bordeada por la carretera US-41, que es donde se encuentra la mayor parte de los embarcaderos de lanchas-ventilador, famosas en las series y películas, ya que no queremos irnos de Florida sin hacer la «turistada». (Nota: dentro del parque están prohibidas estas lanchas, así que no se lo preguntéis a los guardas, como hizo una que yo me sé…).

Mientras vamos de ruta empieza a llover, llover más, llover más y más…. hasta que tenemos que parar porque la carretera casi no se ve, y además (todo hay que decirlo), tenemos bastante hambre. Así que llegamos a una gasolinera, echamos el freno, y ésto es lo que vemos…

Entre una cosa y otra parece que el cielo va aclarando, aunque todavía nos caen un par de chaparrones más mientras vamos por la US41 hacia el oeste, a ver si localizamos alguno de los embarcaderos para dar una vuelta en la barca-ventilador. Al poco rato llegamos al poblado de los Miccosukee, más triste que un poblado esquimal en enero, sólo hay abierta una tienda de recuerdos para distracción del turista.

Después de sortear charcos, paramos en uno de los parques temáticos con excursiones para turistas, pero ya habían cerrado, así que de momento nos quedamos con las ganas del paseo, no sin antes hacer algunas fotos de las embarcaciones allí varadas.

Como por aquí queda poco por hacer, decidimos volver a Miami y aprovechar para dar un pequeño paseo por Little Havana, antes de prepararnos para la cena, ya que hoy es nuestro aniversario (10 años ya de casados!) y tenemos reservado en un sitio especial. Paramos en plena calle 8 (que es la misma US51 pero un porrón de millas más hacia el este de los Everglades), y nos damos una vuelta para ver el ambiente de la zona.

 

A comentar que parte de las placas de la calle (entre ellas la de Rocío Dúrcal), están bajo las mesas de la terraza del Mc Donalds que se ve a la derecha. Me encanta cómo protegen el patrimonio estos americanos… PD: NO.

Y uno de los famosos muros con pintadas.

Después del recorrido volvemos al hotel, que tenemos que descansar un poco y adecentarnos para ir a dar una vuelta por South Beach y cenar allí. La terraza del bar del hotel es una pasada a estas horas, y ver cómo anochece desde la misma es una imagen imborrable.

Así que después de descansar un poco y arreglarnos, nos vamos a cenar al Ola Miami, que nos han recomendado como sitio «guapo» de la zona, aunque lo más complicado de todo es poder aparcar por allí, ya que no cabe tanto cochazo en tan poco espacio. Al final, todo se arregla con un buen puñado de $$… (american’s style).

Todo lo que tomamos estaba riquísimo, pero a destacar un clásico de la casa, el postre…

La foto nos la tomó una de las comensales de la mesa de al lado, después de «n» mojitos que llevaba, ni se esperó a que le pidiera hacer la foto, casi me quita la cámara de las manos como diciendo ¿no te quedarás sin una foto del purito? :))

Y con esto y un bizcocho, nos vamos de vuelta al hotel, que mañana es el último día completo en Miami y queremos hacer otra buena tiradita con el coche…

 

Miami. Día 2. Miami County

Después de un sueño reparador, hoy toca empezar con buen pié, así que me levanto prontito, me calzo las zapas, y a correr! Justo saliendo por la puerta del hotel pasa el camino que rodea Brickell Key, y que debe de ser el circuito más «in» de Miami para el running, así que no me lo pienso ni dos minutos, y al trote! Ver salir el sol sobre el puerto de Miami con las palmeras y el mar es de lo mas «Miami Vice» que hay 🙂

Esta es la ruta que hice, vista desde el micoach…

 

Después de una ducha reparadora, ya que se nota un montón la humedad y el calorcillo, nos bajamos a desayunar a la cafetería de la terraza del hotel, ya que hoy el día nos lo vamos a tomar con calma para descansar un poco.

Empezamos en Coral Gables, haciendo el recorrido clásico y parando con el coche a ver algunos de los edificios más representativos. Primera parada: el ayuntamiento.

 

Sevilla sí que llega lejos…

Las Venetian Pool, antiguas canteras reconvertidas en piscinas.

Y el edificio más emblemático de todo Coral Gables, impresionante por dentro y fuera, el Biltmore Hotel.

Después de dar un par de vueltas más y pasando por otros edificios y conjuntos interesantes, como la Chinese Village, nos dirigimos hacia Coconut Grove.

Como ya va haciendo hambre, nos ponemos rumbo hacia Key Biscayne (Cayo Vizcaíno), y paramos a comer en un sitio bastante curioso, especializado en pescado, llamado Rusty Pelican, al fondo de un embarcadero, con pinta de película de miedo al llegar al aparcamiento, pero que luego está muy agradable, con un servicio muy atento.

Sin darnos tregua nos vamos hacia Bayside, a ver si nos damos un garbeo para cotillear las casas de los famosos que tienen sus villorrios a lo largo de varias islas artificiales entre Miami y Miami Beach.

Esta es una vista general del puerto, dedicado al turisteo.

Barcos de todo tipo recorren los cayos, en plan tranqui o a toda máquina. El nuestro, una discoteca flotante…

De vuelta en el puerto nos fuimos a curiosear un poco, no pudiendo dejar de hacernos la foto de nuestro ídolo Forrest Gump (run Forrest, run!), en el banco junto al restaurante Bubba Gump (sí, el de las gambas…)

Como era poco para el mismo día, enfilamos los puentes hacia Miami Beach, y nos dimos el típico paseo de rigor por Ocean Drive, viendo el barrio Art Decó, que no tiene nada que ver con la zona de Brickell, mucho más sosa.

Y el clásico reloj en el paseo junto a la playa…

Paseando por la playa, con una de las imágenes más repetidas de Miami Beach…

Después de todo el ajetreo nos volvemos al hotel para adecentarnos un poco e ir a cenar al «Dolores but you can call me Lolita«, que nos había recomendado y tenía buena pinta. Esto nos cenamos, entre otras cosas…

Tras digerir todo (muy rico, por cierto), nos volvemos dando un paseo al hotel (cosa poco habitual por estos lares), y preparamos todo el equipo para la excursión del día siguiente hacia Cabo Cañaveral… pero eso es otra historia… zzzz!