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XXIV Trofeo San Lorenzo en huaraches

El domingo pasado corrí la clásica carrera que en cierto sentido pone fin a la temporada en Madrid antes de las vacaciones para los corredores populares: el Trofeo San Lorenzo, que parte y acaba en el castizo barrio de Lavapiés. Como es habitual, allí estaba con mi compadre huarachero (además de amigo), Carlos @fisioteko, para disfrutar la mañana, saludar al numeroso grupo de amigos habituales de la carrera, y poder tomar una cerveza fresquita antes de morir en la canícula veraniega (anunciaban 38º para ese día).

Trofeo San Lorenzo. El grupo en el posado clásico. Foto de Mapi
Trofeo San Lorenzo. El grupo en el posado clásico. Foto de Mapi

En fin, que todo se dio bien y pudimos completar los objetivos. Correr (de menos a más), amigos (muchos), cervecita y palique, ¿qué más se puede pedir?. Los tiempos, ritmos, intervalos, pulsaciones y demás están de sobra en esta carrera (aunque para los más curiosos aquí dejo el Strava). En el km 7 el amigo Carlos se quitó las huaraches, y así, descalzo y a lo loco terminó el resto de la carrera, que apretamos para hacer un entrenamiento «de calidad»… ¡vaya palabro!.

El flim

Bueno, como yo aquí venía a hablar de mi pinícula, os dejo el resumen gráfico del evento, descalcismo incluído. Aviso que las imágenes finales no son aptas para menores.

El año que viene, más y mejor (si se puede, claro).

¡FELIZ VERANO!

Els Bastions Trail 2015

Suena el despertador, son las 6:30 de la mañana y llevo media noche en vela. Dando vueltas en la cama e intentando descubrir en qué estaría pensando yo cuando me apunté a la carrera de Els Bastions. Pero ya esta hecho, la mochila y la ropa quedaron preparadas antes de acostarme, el sol está a punto de salir y no hay vuelta atrás. Empieza un largo día…

El previo

Todo se inició meses antes, cuando Nacho «me lió» con esta carrera, que se le había atragantado el año pasado y quería desquitarse. En un arranque de testosterona, desenfundé la visa y empezó la cuenta atrás. Todo ello sin decir ni mú fuera del círculo más cercano de corredores, y pensando cómo lo iba a «vender» en casa. El caso es que como quedaba muy cerca de mi cumpleaños, encontré la excusa perfecta y… (hasta ahí puedo leer).

Así que el jueves 4 nos plantamos toda la familia en Pardines, tras 680km de viaje en coche, descubriendo una zona verde y muy bonita, pero con unas montañas que así, de primeras, acojonan. El viernes lo dedicamos a descansar y al turismo familiar, y por la tarde fuimos al pabellón deportivo de Ribes de Freser, donde se centraba el meollo de la carrera, para la recogida de dorsal y demás. Entre medias, Nacho confirmaba que no va a venir por diferentes motivos, así que me había quedado solo para «el pastelaco, V1.0» (la V2.0 viene a final de mes).

Recogiendo el dorsal de Els Bastions Trail
Recogiendo el dorsal de Els Bastions Trail

Después de choporrocientos mensajes por WhatsApp, al final logro reunirme con el resto de amigos que vienen de Madrid, ellos a hacer la versión ultra de 90km y +6000m, (la mía «solo» 67km y +4.250m) y además de charlar un rato, hacer las fotos de rigor y demás, vamos juntos a ver el briefing de la carrera, sobre todo con la idea de que nos confirmen el material obligatorio y las previsiones climatológicas del día siguiente.

Amanece que no es poco

Volviendo al punto primero, una vez desayunado, vestido y con todos los pertrechos a la espalda, voy a por el coche para bajarme a la salida (a unos 5 km del apartamento), y tengo la suerte de que hay otras personas que van a bajar a la salida (luego me entero que son parte de los voluntarios que van a encargarse del avituallamiento de Pardines), por lo que dejo el coche para la familia y les ahorro un paseo hasta el pueblo.

A eso de las 7:15 estoy en la zona de salida, recargo agua en los bidones y a pasar el control de material antes de que se forme la cola, total me da lo mismo esperar a un lado que a otro de la barrera. Según va entrando la gente, hay un fotógrafo que va retratando, algunos van solos (como yo), y otros en grupo, con diferentes caras según el nivel de acojone. Todo el mundo se mira intentando calibrar el «nivel» del oponente, así que yo me hago un poco el loco y termino de preparar el material, ponerme los guantes, ajustar la mochila, con el fin de que pase el tiempo… También me pasa unas cuantas veces por la cabeza el «¿pero qué haces tú aquí, con lo bien que se está en la cama?», aunque intento distraer el pensamiento con imágenes más agradables.

A pocos minutos de que den las 8 el corral ya empieza a moverse, un dron se pone a grabar y la música anuncia la cuenta atrás de la salida. Poner la mente en blanco, grabar un poco para el recuerdo y en un momento salimos en tromba cuesta abajo, a dar los primeros pasos de un día que se avecina laaaarrrgoo…

Corral de salida de Els Bastions Trail
Corral de salida de Els Bastions Trail

Vamos al lío

Los primeros metros por el pueblo discurren a toda mecha, los que tienen prisa intentan colocarse adelante para, como ya veré después, evitar quedarse en la fila que se forma una vez que salimos del pueblo. El sendero empieza directamente a picar para arriba, y en nada estamos maniobrando por un pinar bastante espeso. En estos momentos las pulsaciones van un poco altas, así que intento no cegarme buscando un ritmo que me resulte cómodo. Delante de mí un corredor pega varios traspiés en un corto trecho, y pienso «si vas así ahora, ya te quiero ver por los canchales…». Total que sube, sube, sube y sube el sendero, sin dar casi tregua, hasta que en un punto ya salimos a una zona de praderío antes del control de Collet de les Barraques, que aprovecho para sacar la cámara y grabar los primeros «buf buf», e intentando retratar algo del paisaje que se empieza a vislumbrar. Hemos subido casi mil metros, y de momento parece que las cosas van bien, el tiempo es bueno, ¿qué puede salir mal?.

Saliendo del control, de momento, todo bien
Saliendo del control, de momento, todo bien. Qué bonito es el cielo sin nubes

Paso el control de Collet de les Barraques en 1:39 (C1), donde se junta el trazado con el de la Ultra, y empezamos a bajar por un sendero a media ladera hacia el avituallamiento de Font de l’Home Mort (vaya nombrecito, que hay que decirlo). Aquí ya empezamos a estar más estirados, y casi todo el recorrido lo hago en solitario, salvo por los adelantamientos de los avezados de la Ultra, que vienen como motos. Un rato más tarde llego al avituallamiento y paro brevemente para picar algo, todavía no tengo mucho hambre, pero ya sé que hay que ir echando calorías al cuerpo si luego no quiero tener bajones. Un poco de pan de higo con almendras, chocolate y otra vez a subir.

En este tramo, con unas vistas espectaculares del valle, el camino sube y baja continuamente, no con demasiada pendiente, pero tampoco da tregua. Al rato me pasa Nuria Picas, que con sus cascos puestos, va como una moto. Según va pasando el tiempo, cada vez tengo más ganas de llegar al avituallamiento del Monasterio de Nuria, a ver si puedo ver a la familia, que ha quedado en subir. El tramo final de bajada es casi como un final de etapa, con las praderas llenas de gente animando y pasando el día disfrutando del paisaje y del lago. Nosotros llegamos un poco como zombies, aunque hayamos hecho apenas un tercio de la carrera. Tranquilamente, paso el control tras 3:48 desde el inicio (C2) y me meto en la zona de avituallamiento a zampar todo lo que el cuerpo aguante, ya voy viendo que la cosa va a ser seria y no estoy en mi mejor momento (ya he tenido unos amagos de calambres en ambas piernas, oops).

Empieza lo bueno

Mientras estoy descansando me avisa la jefa por Whatsapp que están llegando en el tren, así que recojo las cosas y voy a esperarles en la salida del cremallera, lo justo para hacerme una foto con ellos, decirles que voy de p.m. (mentira), y salir en dirección al Puigmal, que se aprecia más o menos atpc en el horizonte.

Foto familiar saliendo de Nuria
Foto familiar saliendo de Nuria

El camino está relativamente transitado, aparte de por los corredores, por excursionistas que van a hacer cumbre, así que no hay problema en tener referencias de la ruta. Cuando la cuesta empieza a empinarse, las piernas se rebelan, y tengo unas cuantas contracturas alternativas, que hacen que tenga que avanzar despacio, y con cuidado para no forzar los movimientos. En este momento empiezan a planear serias dudas sobre la posibilidad de acabar la carrera, puesto que al mismo tiempo que voy penando en la subida, el cielo se empieza a cubrir de nubarrones que no presagian nada bueno. Éramos pocos y parió la abuela, que se dice. Así que renqueando voy ganando metros, en algunas zonas el camino se empina bastante, y el Puigmal se sigue viendo a lo lejos, un tanto inalcanzable. En esto que ya tenía claro que no me la iba a jugar por el cresterío si no llegaba en unas condiciones suficientemente aceptables, una vez embarcados, la salida de la cresta (y encima con la previsible tormenta), no iba a ser nada fácil.

En un momento dado se corona una antecima, desde la que se aprecia ya la cumbre del Puigmal, lo que me da nuevos ánimos, y llego bastante alegre al control (C3) con 6:07, aunque el tiempo ya ha tornado claramente a tormentoso, y una cierta niebla nos envuelve. Como y bebo algo, a la vez que saco el cortavientos de la mochila para abrigarme un poco, pues hace viento y se nota bastante el contraste de temperatura al parar. Aprovecho para enviar un mensaje a la familia: «Todo OK. Sigo». También una foto selfie a los amigos 😉 (postureo forever).

Empiezo el cresterío con buen ánimo, parece que lo peor ha pasado ya, las piernas están cansadas pero las contracturas son cosa olvidada, así que voy disfrutando del paisaje que se aprecia a ambos lados, a mi izquierda los valles franceses, y a la derecha, el valle de Nuria. Las nubes vienen y van, y por aquí la «densidad» de corredores es escasa, así que de vez en cuando me cruzo con algunos (normalmente me adelantan), pero no hay grandes diferencias.

Entre el Puigmal y Finistrelles, en medio de la incipiente tormenta
Entre el Puigmal y Finistrelles, en medio de la incipiente tormenta. ¿Y el cielo azul?

De repente empiezo a escuchar algún que otro trueno en la distancia, y yo aquí tan alegremente por la cresta (glups). El control de Finistrelles (C4) lo hago en 7:11, y al poco de salir se pone a granizar con ganas, aquello pinta mal. Menos mal que llevo guantes, pero las piernas sin proteger sufren los suyo, ya que la granizada dura, por lo menos, media hora, que se me hizo una eternidad. En este tramo vamos un grupo de tres, intentando no parar, porque la cosa se pone dura. Poco a poco baja la intensidad de la granizada, pasamos el control de Noucreus (C5) en 9:20 y, justo cuando llegamos al avituallamiento de Noucreus deja de caer. Allí han tenido que tapar la comida con unas carpas, lo que da un aspecto un poco surrealista-invernal a la prueba. En ese momento sale el sol lo que aprovecho para hacer la lagartija y calentarme las manos, ¡menos mal!

Al fin un poco de sol en la cresta
Al fin un poco de sol en la cresta

Según el perfil, desde ahí hasta el col de la Marrana, todo es bajada… JA JA JA. Básicamente sí, pero alterna con algunas rampas que cortan un poco el ritmo. Ya en este tramo la distancia entre corredores es «amplia», por lo que únicamente tengo contacto con un corredor durante un tramo de la bajada, charlamos un rato y luego cada uno va a su ritmo. En esta zona, más espectacular, si cabe, veo algunas marmotas que toman el sol y me miran con cara de «¿pero este tío a dónde va?». Al llegar al avituallamiento y control (C6) en 10:32, hay unas vistas preciosas sobre la zona de Vallter2000. Algunos corredores abandonan aquí, para lo que tienen que darse una buena pateada hasta la estación y que les venga a recoger alguien o un taxi (€€€).

El comienzo de la bajada se realiza por una ladera herbosa bastante pina, que pone a prueba los ya maltrechos cuádriceps, hasta que se coge un sendero que va serpenteando junto a un arroyo, por el que voy trotando a ratos, haciendo la goma con un corredor que baja bastante fresco (o eso me parece). Según el perfil, ya solo me queda la última tachuela de la ruta, que cuando llego al control junto al refugio de Coma de Vaca, no parece demasiado imponente. ¡Ahh, ingenuo! Lo que para mí era la cumbre resulta no ser más que una antecima, así que me quedará penar un rato más. Aunque no voy muy sobrado, cojo en las subidas un ritmo que me permite no parar ni fundirme, así que aprovecho para disfrutar del paisaje (siempre espectacular) y paso de agobiarme. Otro avituallamiento en el collado previo a la cumbre (coll 3 Pics), y todavía quedan un par de repechos que se me hacen bastante interminables. Ya el sol se va escondiendo tras las montañas y llego al control, establecido en la cima del Balandrau (C7), en 12:49.

Llegando a la cima del Balandrau
Llegando a la cima del Balandrau

Desde aquí intento localizar dónde está Pardines, el siguiente objetivo, y desde luego, muy a mano no se ve (en el papel era pan comido…). El primer tramo es una bajada a cholón, y voy con otro corredor que según salimos empieza a coger la directa y me deja un poco atrás. Sin embargo me pongo a ritmo y más adelante, donde el terreno es menos empinado, logro cogerle y ya sin parar voy trotando hasta que llegamos a la pista de bajada a Pardines. Yo me las hacía muy felices, pero en un momento dado nos desvían por una trocha, y me junto con otros corredores que iban un poco más lentos. Aquí ya se hace de noche, así que a ponerse el frontal tocan. Cogemos una pista que desciende más o menos tranquilamente, y finalmente llegamos a Pardines.

El pueblo está muy silencioso, porque jugaba el Barcelona, y todos los habitantes más el equipo de avituallamiento se ha juntado en el salón donde han puesto una televisión, así que al llegar me encuentro allí a toda la familia reunida. Cada vez que llega un corredor hacen la ola, así que como algo, paso el interrogatorio de mis hijos y me preparo para el último tramo (pensando que es puro trámite… ¡ja!). A Pardines (C8), llego en 14:39, y debí pasar como 15 minutos de charla.

Acabando

Salgo en solitario por la pista, y al poco rato al pisar una cosa que parecía una moñiga de vaca, de repente da un salto y sale del camino, era un sapo que me pegó un susto (y no sería el último). El camino resulta ser un rompe piernas de cuidado, y un rato más adelante, cuando te desvían por un sendero/trocha, me encuentro en un bosque cerrado, en el que un búho se pone a graznar y me pega un susto de muerte. Peor lo llevarían unos corredores de la Ultra, que me encuentro haciendo el camino de vuelta, pues se han pasado el desvío al Taga… tela. Un poco más adelante veo unas luces de corredores, así que me pongo en modo «caza» y les alcanzo al rato, ya con la inercia sigo trotando y les dejo atrás, ya estoy en modo «que se acabe ésto cuanto antes», así que no pienso parar hasta meta. Infeliz de mi. Todo el rato tengo la sensación de que voy bastante alto en la ladera, y que Ribes debe de estar bastante más abajo en el valle, así que cuando llego al desvío de la pista que indica que hay que bajar por un sendero, mis cálculos me dicen que aquello va a ser a trocha descubierta. Pues no me equivoqué mucho, el sendero baja muy empinado, y hay tramos en los que te tienes que agarrar de los árboles si no quieres bajar rodando, vamos, lo ideal para unas piernas hechas trizas. Tras acordarme de la familia de la organización, finalmente llego a las estribaciones del pueblo y ya por calles voy hasta el polideportivo en el que se encuentra la meta, del que he salido ya hace unas cuantas horas.

Llegada a meta, tras 16:25 de carrera
Llegada a meta, tras 16:25 de carrera. Foto de la organización

En la meta me espera la familia, control final, medalla y a descansar. Tiempo final: 16:25:34, el 158 de 231 que tomaron la salida, y de los cuales llegaron 175 (casi un 25% de abandonos). Me como un bocata de butifarra que me sabe a gloria y nos vamos al coche para subir al apartamento a dormir, que estoy fundido. Lo de cambiarme y ducharme con la familia roncando a tres voces no lo voy a contar aquí, lo dejaré como anécdota para contar en petit comité, pero vamos, de traca. 😉

El post

Al día siguiente, tras (pocas) horas de sueño, recogida y vuelta a Madrid, no sin antes hacer parada en diferentes tiendas de Ribes para llevarnos ricas viandas de la zona (hay que contentar a la jefa, je je). Ya con la camiseta y la medalla de finisher hasta Madrid, como debe de ser, je je.

El finisher, de vuelta a Madrid
El finisher, de vuelta a Madrid

Información final

Adjunto, como siempre, el track del Garmin de la ruta (y probando en Strava).


Y, como no podía faltar, «la pinícula» 😉

Maratón de Lisboa 2015. Completando el triplete

Prólogo

Cuando empiezas una crónica de la que es ya tu séptima maratón, piensas si no está todo escrito o si te vas a repetir mucho, al fin y al cabo ya hay otras 25 crónicas similares y, en la mayoría de los casos, mucho mejores que la tuya. Pero al final siento la necesidad de soltar la parrafada, y aparte de recordar algunos momentos, hasta es posible que le sea útil a alguien. Así que os voy a cascar mi personal visión del maratón de Lisboa de este año.

Haciendo una breve reseña de antecedentes, el dorsal nos lo regalaron en la feria de la Maratón de Madrid (aka Mapoma), así que con esa excusa (la del chocolate del loro), embarqué a la familia a un viaje post-veraniego, con guinda incluida. Lógicamente al salir de Madrid cada uno tenía sus expectativas, y yo, vistos los antecedentes, con llegar al metro 42.195 entero el domingo me valía.

Así que el jueves por la tarde nos fuimos a Lisboa, con la idea de tener al menos dos días de turismo familiar, y el domingo hacer yo la carrera y según acabara volver a Madrid non-stop.

Al pre-lío

Estuvimos el viernes por la mañana de turisteo lisboeta, y después de comer llegó Jesús con su familia (otro kit completo), tras un breve receso para acomodar a la prole, nos fuimos Jesús y yo a recoger los dorsales en la feria, en la otra punta de Lisboa. Tuvimos tanta suerte que hasta los vigilantes nos dejaron aparcar el coche en un reservado al lado de la puerta, así que al llegar temprano había poca gente y pudimos completar el trámite rápidamente.

El sábado estuvimos de turismo por Belem, con un tiempo de perros por la mañana, aunque la comida que nos dimos fue lo que se puede denominar «un señor homenaje» (del que no daré determinados detalles por respeto a la infancia), menos mal que por la tarde el aire marino purificó nuestras almas y depuró un poco la sangre… 😉

Al tema

Total que el día D a las 5:45 de la mañana deambulábamos por el «curioso hostel» cuatro locos preparando un café y mirando de reojo la lluvia que caía por la ventana, antes de quemar nuestras naves y salir hacia la estación de Cais de Sodré, donde habíamos quedado con el resto de amigos y conocidos rumbo a la salida en Cascais. Menos mal que la citada estación nos quedaba a 200m del hotel, que si no, alguno se da la vuelta. Una vez con el resto de amigos, lo de darse la vuelta es más complicado, visto el ambiente que había.

Maratón de Lisboa. La grupeta en el tren a Cascais
En el tren a Cascais. Qué peligro

Una vez llegados a Cascais nos vamos siguiendo la estela de corredores hasta la zona de salida. Dejar la mochila en 2 minutos, y todos listos para la faena. Organización muy buena.

Maratón de Lisboa. Unos locos que corren
Unos locos que corren

A pocos minutos de la salida, las nubes descargan un nuevo chaparrón, así que los que no llevamos chubasquero nos refugiamos debajo de un árbol y esperamos a que despeje, cosa que hace un par de minutos después. A partir de ahí en el cielo se van despejando las nubes, y finalmente la salida la hacemos con sol.

Maratón de Lisboa. Listos para salir
Listos para salir

Los primeros km pega el sol en algunos tramos, y hasta paso calor a ratos, pero me consuelo viendo gente que va con mallas largas y manga larga ¿?. Al poco de salir, Jorge coge la directa y yo me acomodo a mi ritmo, intentando ir cómodo pero sin ralentizar mucho, a ver qué pasa. Al rato me pasa Dani Casaus, con el que comparto unas palabras, pero lleva un ritmo por encima de mis espectativas, así que se aleja al poco tiempo. Desde el km 4 noto como una piedrecilla que se me clava en el talón derecho, de vez en cuando me paro a sacudir la huarache, pero no se va (misterio).

Más adelante, parada técnica en el km 14 para arreglar el cordón de la huarache que se me rompió, y supuso 5 minutos de reloj de taller de reparación. Menos mal que con mover un poco el cordón y hacer un nuevo nudo, equipo como nuevo y a hacer más km 🙂

Vuelvo al tema y van pasando los kilómetros, me siento bastante a gusto y voy rebasando gente, que, como es habitual, me mira raro cuando les alcanzo y adelanto con el clac-clac. Incluso con alguno tengo el típico intercambio de palabras huarachero-amortiguado, al final todos contentos y a tirar para adelante.

El cielo se va cubriendo y queda un día feo, igual que el tramo que hay antes de llegar a la plaza del Comercio, mucha recta sin paisaje de interés. Cuando llego a la plaza busco a ver si hay alguien conocido animando, y ya en la esquina de salida veo a Mapi con su cámara, así que paro, la doy un par de besos y la pregunto cómo se encuentra. Parece que va mejorando y me alegra.

Maratón de Lisboa. Saliendo de la plaza del Comercio. Foto de Mapi (guapa!)
Saliendo de la plaza del Comercio. Foto de Mapi (guapa!)

Desde aquí hasta la meta nos juntamos con los corredores de la media, y por una zona bastante fea van cayendo los últimos kilómetros, hasta llegar al empedrado final antes de la meta, en el que meto la directa y llego sin demasiado sufrimiento, aunque un rato antes todos los músculos de la pierna han hecho algún que otro amago de rebelión (isquios, cuádriceps y gemelos, principalmente). Llegada, medalla, avituallamiento y a resguardarse, que empieza a chispear de nuevo.

La recogida de la bolsa también perfecta (bueno, cuando localizo dónde están los camiones, porque la señalización no era demasiado «existente», o yo no la vi. Allí veo a Juanlu y Julián que me dan noticias del resto del equipo, y como la lluvia aprieta un poco, corro a cambiarme para volver al hotel. A partir de aquí, poco que contar: vuelta en metro «apretaditos», ducha en el hotel, en la habitación de Bego y Jorge, que se quedan hasta el lunes (gracias chicos), y a cargar todo en el coche para volver a Madrid. No sé cómo lo hice que me tocó conducir hasta llegar a Badajoz, cuando empezó a caer agua con gusto, pero las piernas tampoco se quejaron mucho. Los últimos 400km los hicimos con abundantes lluvias, pero al final concluimos la aventura todos ilesos y con un par de medallas más en casa.

Dorsal Maratón de Lisboa. Al final un 2x1, ¿quién da más?
Al final un 2×1, ¿quién da más?

La semana siguiente, al sacar las huaraches, pude ver que tenía un cristal clavado en el talón de la derecha, así que queda resuelto el misterio de la «piedra recalcitrante», por lo que me hice 35k de maratón en modo «fakir»… telita.

Valoración del maratón: me pareció una carrera recomendable, buena relación calidad/precio, aunque el paisaje alterna zonas bonitas con otras bastante feuchas, con algunas cuestas, pero no excesivamente dura (al menos comparado con Mapoma). Avituallamientos muy buenos, cada 2,5km.

Resumen final

Como siempre, aquí dejo los datos del Garmin de la carrera:

Y para acabar… la «pinícula»

Madrid-Segovia 2015. En el otro lado

Antecedentes

Este año (aparte de llevar una buena racha de sequía escritora), decidí no correr la Madrid-Segovia, como había hecho los tres años anteriores, y prestar mis servicios en el otro lado del mostrador. Una mezcla de vaguería y ganas de echar una mano junto a mis queridos Bandoleiros hizo que cuando se abrieron las inscripciones a la carrera mirara hacia otro lado, no sin echar una ojeada con el rabillo del ojo.

Cierto es que, cuando vi el plantel de corredores, no dejé de sentir una pequeña espina clavada por no haber podido acompañar a algunos de ellos (ya se sabe, en una carrera de estas características uno se puede enganchar a diferentes vagones), seguro que lo habría disfrutado mucho, pero una vez comprometido, hay que apechugar.

Al lío. Madrid-Segovia en marcha

Total, que después de unos buenos intercambios de mensajes, organización previa y todas esas cosas que los «paganinis» no ven de una carrera, el sábado a primera hora nos juntábamos el pelotón de apoyo del avituallamiento de la Desesperada en la valla de entrada de Valsaín, no sin antes no haber disfrutado del desayuno en Casa Arias (Puerto de Navacerrada), para ir cogiendo fuerzas.

Katia, como buena jefa de equipo, nos organiza (y donde ella no llega ya nos organizamos nosotros), y vamos montando el chiringuito, buscando la mejor orientación para no morir achicharrados hasta que nos llegue la carpa. Descargar choporrotocientos litros de agua y refrescos ayuda a calentar los músculos igual que el primer tramo desde Plaza de Castilla a Tres Cantos. Al poco rato, viene el guarda forestal, que nos pide la autorización y repasa todos los detalles. Mientras vamos colocando las cosas, nos van cantando los pasos de la cabeza de carrera por los diferentes controles, para así tener una idea de cuándo nos llegará el primero y estar listos. Ah, se me olvidaba, previamente a este momento, Katia y Juan se han pegado una buena paliza marcando el recorrido desde Cercedilla hasta Segovia, señalando sobre todo los puntos conflictivos, dado que la ruta es muy evidente (si te has leído el recorrido, obviamente) en la mayor parte del trazado.

La Jefa de la Desesperada
Revisando la lista de compra

Alrededor de las 11:40 aparece la bicicleta anunciando el paso del primer corredor, que viene que se las pela, bastante destacado del segundo y el resto del pelotón. Habiendo pasado por este mismo punto como corredor años atrás, te quedas con una cara un poco «así» al ver la diferencia de cómo venía yo el primer año (y mis acompañantes ni te digo, ja  ja) y con qué buen paso viene corriendo el amigo…

Madrid-Segovia. Paso del primer corredor por el Km 88
Paso del primer corredor por el km 88, fiuuuuu….!

Un rato más tarde llega el segundo, después el tercero, y así, poco a poco (vamos, la típica campana de Gauss) va aumentando el flujo de corredores, a los que vamos atendiendo con nuestras mejores galas. Aquí me gustaría recordar a algunos, que las palabras «gracias» o «por favor» son mágicas, quiero pensar que el cansancio abotarga a algunos, porque si no, me parece que no lo estás disfrutando lo suficiente. Sin embargo, la mayoría de los corredores cambian de cara nada más ver nuestra carpa, igual que un náufrago cuando ve el barco salvador.

Avituallando corredores, que es gerundio
Algunos se nos meten hasta la cocina 🙂

En cuanto se acerca la noche, el panorama va cambiando. Antes de las 9 de la noche empieza a oscurecer, y los corredores que llegan ya llevan 16 horas de carrera, y les quedan un par o tres más hasta llegar a Segovia. En esa franja se juntan los que van de palique/paseo/acompañamiento y llegan muy dicharacheros, hasta los que empiezan a mostrar problemas físicos, con un semblante más serio (que les quitamos inmediatamente). Tras poner en marcha el servicio de café y caldo calentito (gracias señor Aneto), los corredores empiezan a trasegar ambos fluidos con gran fluidez, lo que le cambia la cara a más de uno.

Cae la noche en la Desesperada
Que no pare la máquina. El servicio de bebida caliente se pone en marcha

Hasta las 2 de la mañana que desmontamos el chiringuito tuvimos variedad de situaciones, pero aburrimiento ninguno. Algunas veces los corredores venían en manadas y nos veíamos un poco desbordados, aunque fueron solo algunos momentos puntuales. Algún corredor venía tan agotado que se quedaba helado y no entraba en calor ni con mantas, así que tuvimos que meterle en un coche con calefacción hasta que se lo llevó la ambulancia. No voy a desvelar situaciones concretas, pero creo que algunos se habían metido en un tema que les venía grande.

Hacia la 1:30 de la mañana llegó el peregrino escoba recogiendo a los más rezagados, y tras una parada y fonda para recargar energías junto con los últimos corredores, cerramos el chiringuito y empezamos a recoger todo el tinglado y cargarlo en la furgoneta, que nos llevó un buen rato y sirvió de entreno nocturno para entrar en calor. Por cierto, para el que no lo sepa, en la sierra hace fresco por la noche…

Cae la noche en la Desesperada
Goteo de corredores al anochecer

Al filo de las 2 de la mañana tenemos todo el equipo cargado en los vehículos, así que realizamos la batida final de limpieza, recogiendo algunos «detallitos» que algún corredor despistado se ha dejado involuntariamente (pensamos). Katia todavía tiene que pasar por Segovia a dejar algunas cosas y cerrar temas «administrativos», mientras que el resto del equipo se retira a casa. A eso de las 4 de la mañana logro estar en mi cama… zzzzZZZzzzz

En resumen, una experiencia muy interesante, que disfruté mucho sobre todo por la compañía de mis amigos, así como por poder saludar a una tanda de buena gente que pasó por el avituallamiento. Espero que esta breve crónica sirva para animar a alguno a ver una carrera «desde el otro lado».

 Notas finales y apreciaciones personales

En base a lo que pude ver ese día, me gustaría dar una ración de consejos y opiniones (que para eso los españoles vamos sobrados):

  • Alma cándida, haz el favor de echar un ojo al recorrido de la carrera, que de aquí vas a querer ir al UTMB y vas a montar un lío gordo.
  • Aunque sea verano, la sierra de Madrid por la noche no es el parque en el que entrenas. Aquí hace frío (y hasta hay lobos), así que los 150 gr del cortavientos no te van a venir mal si llegas a Fuenfría hecho unos zorros.
  • No me seas cojonazos y lleva un recipiente decente para agua. Aunque hayas hecho la Badwater (en sueños), tu cuerpo necesita más agua del que tú piensas.
  • (Al hilo de lo anterior) lo de NO se dan vasos en los avituallamientos creo que está bastante clarito, ¿hay alguna palabra que no entiendas?. Es la filosofía de la prueba, y si no te gusta… siempre te quedará la MxM (coña particular). 🙂

Nota final: ya sé que la carrera fue hace dos semanas, pero no tenía ni tiempo ni ganas, je je

El álbum oficial de la carrera lo tenéis en el SIGUIENTE ENLACE.

Gran Trail Peñalara 110k en vivo. Al lío

Un año más llega el final del mes de junio y tengo marcado en el calendario una fecha en rojo. Si estáis leyendo ésto comentar que a las 0:30 de la mañana estaré saliendo de Navacerrada a hacer el Gran Trail Peñalara en su versión «full pastelaco size» (110k), gracias al dorsal que me tocó en el sorteo de la Trails in Motion que organizó Territorio Trail. Como el año pasado, voy a dejar esta página de seguimiento, para los que queráis ver cómo me arrastro por la sierra… Como se aprecia en la siguiente imagen, el recorrido es un paseito de 115km de ná…

Perfil-GTP-2015_1

Puedes seguir las actualizaciones que publique en Twitter con el hagstag #GTP110k (espero que muchas con «todo OK») en el siguiente cuadro:


Intentaré postear alguna foto o comentarios de los puntos de paso, aunque tengo que cuidar el no quedarme sin batería para que me recojan en meta.

Aquí he embebido aparece el seguimiento en vivo con mi SPOT, que si no lo puedes ver bien (está recortada la página) puedes abrir en el navegador el enlace que pongo -> Página de seguimiento del SPOT. Por lo que he visto, en zonas con árboles le cuesta coger la señal, así que si hay huecos tampoco os preocupéis (demasiado). Está programado para enviar una señal cada 10 minutos

Espero poder contar la crónica completa… 😉