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Nuevo Objetivo: Maratona di Roma 2014

A Rey muerto, Rey puesto. Esto que suena un poco macabro, en clave de corredores es nuestra tónica habitual tras haber acabado una etapa, un reto, una carrera, o como lo queramos llamar. Necesitamos marcarnos objetivos que nos motiven para el futuro, es nuestra droga. Ya en el último #runandbravas se comentó (Manu, Santi, Alberto… ) que una maratón «internacional» podía ser la de Roma, y yo me quedé con la mosca detrás de la oreja, sobre todo después de tener más o menos claro que después de la movida de este año, en 2014 no correría el Mapoma.

 Maratona di Roma

Así que después de tenerlo rumiado durante algunas semanas (y alguna búsqueda puntual de vuelos en secreto), llegó el momento propicio en casa, momento de debilidad de la jefa, y en esa corta ventana espacio-temporal, hice la inscripción, compré el billete de avión, y ya de paso, me di de alto en el grupo de FB convocado «ad hoc» y monté una soflama para coger alojamiento sí o sí… Total, que en un plis plas ya teníamos reservadas un par de habitaciones, y rápidamente coloqué las dos camas de «mi» habitación. Ya con la experiencia de la B/SS del año pasado no quería esperar a quedarme con los hoteles caros y/o atpc de la salida.

Lo bueno de plantearse un objetivo así es que es mucho más fácil organizar los entrenamientos, prefiero tener más o menos diseñadas las rutinas semanales, con una carga de km ajustada al objetivo que salir a correr «a lo que pidan las piernas», que al final, aun siendo muy gratificante, a veces lleva a hacer «zerotadas» y luego sufrir las consecuencias. Después de revisar varias opciones, he decidido seguir con los planes del miCoach, así que cada semana reviso los entrenos, los programo en el Garmin Connect y los subo al reloj, ya que no me gusta últimamente correr con el móvil.

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Con todo ésto en marcha, espero poder hacerme esta foto el próximo 23 de marzo de 2014…

2013  MARATONA DI ROMA - 186

Seguiremos informando… 🙂

Madrid – Segovia 2013. La crónica

Vale, ya sé que el título no es de lo más original, pero tampoco quiero que aparezca en los buscadores en plan épico, al estilo «Mi lucha hasta Segovia», «Sufriendo hasta el límite por la calzada romana» o batallas similares… que para eso ya tenemos a Jorge… 😛

El tema es cómo contar que de cuatro que habíamos quedado para hacer la «carrera», al final sólo llegué yo, y eso que no era ni el más guapo, ni el más fuerte, ni el que se lo había preparado «menos mal». Pero vamos por el principio. El jueves recojo el dorsal y la bolsa del corredor, momento en el que empiezas a oler el fregao de cerca. Desde ese momento hasta el sábado, aparte de otros fregados ya empieza el «tic-tac» a sonar permanentemente en la cabeza.

Dorsal bandoleiro
Dorsal bandoleiro

El viernes dejo preparadas más o menos las diferentes bolsas para la salida, como siempre, la más crítica es la de Cercedilla, donde hay que prever lo que puede hacer falta para el tramo nocturno de subida a Fuenfría y bajada a Segovia. Ante la duda, meto un poco de todo y así ya decidiré llegado el momento.

Sábado por la mañana, 7:00, al salir de casa ya me encuentro con los «despojos» de la noche anterior, y yo con mi atuendo y las mochilas colgando quedo un poco discordante en el paisaje matutino de la Gran Vía, así que me dirijo recto hacia el Metro, y pasadas las 7:30 ya estoy en Plaza Castilla. Antes de nada voy a dejar las mochilas en los camiones, tarea que despacho más o menos rápido y me quedo con lo necesario para la salida. Hoy el estómago no estaba muy por la labor, así que prácticamente no he desayunado más que un café sólo, por lo que me he traído unas tortas de arroz con chocolate que me voy comiendo despacio junto con mi botella de isostar.

A continuación vienen las escenas clásicas, nos reunimos los 3 bandoleiros presentes y saludamos a toda la gente que ha venido, tanto a participar como a saludar, cosa que se agradece un montón. Aquello tiene más ambiente que una presentación en Hollywood, y las cámaras y los flashes abundan por doquier. Como muestra, un botón…

El equipo Bandoleiro con Shin
El equipo Bandoleiro con Shin

 Muchas fotos, saludos, el clásico «¿qué tal lo llevas?… pues pssss….», y esas cosas que pasan en los momentos previos a las pruebas, y total, que cuando enciendo el reloj para que empiece a coger los satélites del GPS, como que se han escondido. Así que hay un tío en la salida de la carrera con una GoPro en una mano y la otra subida y dando vueltas a ver si pilla señal antes de que nos pongamos en marcha. En esto que voy tan concentrado y de repente manos arriba, alguien dice 5, 4, 3, 2, 1… y como quien no quiere la cosa la masa de cerca de 1.ooo corredores se empieza a mover cual arena de reloj para pasar por el embudo del arco de salida.

Salimos al trote cochinero (como debe ser), y nos ventilamos más o menos rápidamente este primer tramo por zona urbana, el pelotón se va estirando, pero bueno, de momento lo importante es ir calentando sin forzar la máquina y buscar un hueco más o menos cómodo para correr. A unos 500m parece que el GPS ya se pone en su sitio y empieza a contar distancias, ¡ya le vale!. Al paso por Montecarmelo saludamos a Nacho Villalba, que seguro se queda con ganas de seguirnos, y ya rápidamente empezamos a pisar tierra, que es lo que estábamos buscando. Tras pasar bajo la M-40 también está Belén (aka Pegasus Corre), y vamos trotando por el camino que nos dirige hacia el primer control, en Tres Cantos (km 16), casi todo el camino andando, salvo algunas cuestas, en las que aflojamos y aprovechamos en muchos casos para reagruparnos los tres. Parada en el control, sellado de los pasaportes peregrinos, beber y comer un trozo de plátano y a salir rápido, que hasta Colmenar sólo hay 11k.

Control y avituallamiento de Tres Cantos
Control y avituallamiento de Tres Cantos

Salimos a buen ritmo, sin prisa pero sin pausa, intentando ventilarnos el tramo de carril bici lo antes posible (de las zonas más feas para mi gusto), y así llegamos a la bajada hacia el arroyo de Tejada, ahora seco, y al pasar el primer vado nos encontramos con Sebas Navarrete haciendo fotos de la carrera (aquí el enlace a la galería).

Cruzando el arroyo de Tejada. Foto de Sebas Navarrete
Cruzando el arroyo de Tejada. Foto de Sebas Navarrete

Seguimos alternando el andar con el correr, hasta la famosa cuesta del cementerio de Colmenar, sólo apta para correr por los del pelotón de cabeza. Aquí encuentro en el suelo el pasaporte peregrino de alguno, que se va a alegrar mucho en Colmenar (y que dejo en el control de entrada, por si las moscas). Si llego al control y veo que no lo tengo, las ganas de volver a bajar la cuesta son como que te peguen una patada en los coj…. (vamos, que os hacéis idea). En fin, km 27  y 3:15 de carrera (hora de entrada en el control). De momento vamos mejor que el año pasado, creo que las nubes que nos han acompañado hasta ahora han ayudado un poco.

Cojo la bolsa y como voy perfectamente sólo cambio un pañuelo y cojo una dosis de polvos de isostar, para tener dos junto con la que llevo en la mochila y no pasar penurias en lo que queda hasta Cercedilla. Aquí mis dos compañeros ya empiezan a quejarse un poco de los pies, en especial Juanito, que recibe la vista de la ampolla del año pasado… ñek ñek…

Momento "Cariño, no siento los pieses"
Momento «Cariño, no siento los pieses»

El tramo de Colmenar al Puente Medieval tiene una primera parte «fea», callejeando por Colmenar, hasta que se sale del casco urbano y se hace un primer tramo por pista en «V» (primero bajar, bajar, bajar, y luego subir, subir, subir…). Aquí ya Juanito empieza a poner cara «se me ha desajustado el pH», y en el tramo que hay de sendero «disfrutón» hasta la bajada al puente se empieza a quedar atrás. Jorge me sigue en el trote, pero paramos a esperar a Juanito y vemos que viene tocado, así que tiramos hasta el avituallamiento para escapar del calor que ya aprieta a gusto, y le esperamos bebiendo isotónico fresquito que tienen allí. Cuando llega mi tocayo se le ve un poco tocado, chequea sus 2000 paquetes de sales, geles y demás, descansa un poco, y tras sellar de nuevo los pasaportes salimos tranquilamente cuesta arriba hacia Manzanares. Aprovechamos para ir masticando un poco (el montadito de jamón serrano es lo mejor), y aunque el ritmo que llevamos no es fuerte, poco a poco Juanito se va quedando, el dolor en los pies le está matando, y junto con la chicharrera que hace le pasa factura. Vamos manteniendo control visual y tras unos cuantos «me cago en spm, ¡qué calor!» de Jorge llegamos al punto de inflexión del camino, en el que se ve delante el castillo de Manzanares, y la Pedriza y la sierra de Guadarrama detrás. Desde aquí es casi todo bajada hasta el siguiente control, punto que marca el paso por la maratón (km 42).

Chicharrera entre Colmenar y Manzanares
Chicharrera entre Colmenar y Manzanares

En este punto Juanito nos comenta que ha avisado para que vengan a recogerle en Manzanares, que tiene los pies fatal y no le apetece acabar un mes de curas como el año pasado. Aunque lo estábamos viendo venir, no por ello nos deja de entristecer menos, pero las cosas son así, y tampoco es plan de pasarla canutas si no estás por la labor. Así que como se nos están empezando a derretir los sesos, Jorge y yo nos adelantamos a Manzanares, que los pies de Jorge también están pidiendo un tiempo muerto. Llegamos al control y cogemos bebida y un plato de macarrones «mazacote’s style», pero que nos los zampamos como si los hubieran hecho en la misma Italia, tras buscarnos un hueco en la sombra (Jorge adereza los macarrones descalzándose de nuevo)… jem jem…

En Manzanzares, momento "Cariño, vete preparando unos pies de recambio"
En Manzanzares, momento «Cariño, vete preparando unos pies de recambio»

Una vez que llega Juanito y charlamos un rato, vamos al control, donde sellamos los pasaportes peregrinos y dejamos el pasaporte de grupo junto con el chip del tocayo, no sin tristeza. Su equipo de apoyo femenino se presenta a recogerle y sin mucha más demora partimos 2/3 del equipo en dirección Mataelpino, son como las 15:10 y nos queda otro tramo a pleno «lorenzo» a disfrutar…

Salimos a buen ritmo, y alternamos el andar con el trotar, y después de cruzarnos de nuevo con Carlos Siguero vamos charlando cuando nos encontramos con Beto, que ha venido antes de entrar a trabajar para poder saludarnos y animar un rato (thanks!). En esto que un poco más adelante, cerca de Mataelpino y de repente nos encontramos con Luis Arribas (aka @_spanjaard) (o a la inversa, no estoy muy seguro), y así de primeras pienso, «¡zasca!, ¡este ha venido por su libro!«, y me veo perdido, ya que, lo que es salir corriendo, como para que no estábamos… Y no contento con esta aparición, un poco más adelante, en una sombra del camino, también nos cruzamos con José Escudero, que está animando a los corredores que pasamos por aquí y me hace una foto muy chula… ¡gracias de nuevo!

Llegando a Mataelpino. Foto de José Escudero
Llegando a Mataelpino. Foto de José Escudero

Un poco más adelante llegamos finalmente al control/avituallamiento de Mataelpino, km 50 y ecuador oficioso de la carrera. Llevamos ya 7:48 en carrera, y salvo por unas pequeñas molestias en la planta del pie, me siento genial. La mesa de avituallamiento es como el jardín del Edén, y comemos algo, y sobre todo bebemos y rellenamos de agua todos los recipientes que tenemos. Jorge vuelve a hacer «terapia de pies», a ver si los convence para el siguiente tramo hasta la Barranca.

Con Beto en Mataelpino, buscando sombra desesperadamente ;-)
Con Beto en Mataelpino, buscando sombra desesperadamente 😉

Después del avituallamiento salimos en cuesta arriba hasta coger el camino que se dirige en dirección paralela a la M-617 hacia Navacerrada, en un tramo muy bonito con toboganes y en el que adelantamos a unos cuantos grupos, todavía hace bastante calor y el sol da de frente. Llega un momento que la pendiente se hace mayor y ya el camino gira hacia el norte en dirección a la Barranca. Este tramo se hace bastante pesado, porque ya vamos pensando en Cercedilla y la paella. En cuanto cogemos la pista (interminable) que sube hacia la Barranca, Jorge se desinfla y los pies le empiezan a dar guerra de verdad, ¡cagontó!

Jorge y su particular penitencia con la Maliciosa detrás
Jorge y su particular penitencia con la Maliciosa detrás

Al llegar al control de la Barranca (km 58), el ambiente de los voluntarios es una pasada, bromeando y ayudando a todos los que van llegando, que en este punto ya hay bastantes que están «tocados». Jorge pilla una silla, se descalza y pone cara de carnero degollado… mmmm…. Le dejo que descanse un poco y después le pongo cara de ¿estás listo, guapetón? a ver si hace ademán de salir, porque me da que no le saco sin palanqueta (y encima en el avituallamiento no tienen polvorones, con lo que me apetece uno). Después de un intercambio de miradas (las suyas no las traduzco, por si acaso, pero algo me imagino…), salimos despacio hacia Cercedilla. La idea de que todavía faltan como 5 km no le hace mucha gracia, y mientras vamos bajando por la carretera duda sobre si llamar para que le recojan o si seguir, a los que va pasando les va pidiendo unos pies nuevos pero como que se han acabado las existencias por aquí.

Jorge pensando en arrancarme los pies (si me coge, claro)
Jorge pensando en arrancarme los pies (si me coge, claro)

Finalmente decide que ya que estamos aquí, él llega a Cercedilla por su pie, y atpc… (ya sabéis que cuando a Jorge se le mete una cosa en la cabeza… ¡Zerotada incoming!), así que aprieta los dientes y me dice que «vamos palante!» (joer qué huevos, macho). Al llegar a la cuesta de la muerte nos alcanza Carlos de nuevo, y charlamos un rato hasta que cogemos la carretera que sale de la Venta Real, momento en el que aprovechamos para «correr» un rato, cuanto antes lleguemos, mejor… En la bajada a Cercedilla momento risas cuando pasamos a toda pastilla a unos a los que Jorge había pedido unos pies de recambio, y gritan «¿pero tú no ibas tan mal, cab…?». Finalmente llegamos al polideportivo, donde nos recibe Vanessa con Pablo, así como otros amigos que han venido a animar la carrera, como Bea y Julián. También está por allí Albertopoulos, que se había retirado allí un buen rato antes (aquí su crónica). Fichamos y cogemos la mochila (KM 63, 10:53 de carrera), y nos sentamos en el patio del polideportivo tras haber cogido un plato de paella, que me (nos) sabe a gloria.

Mientras me voy cambiando de ropa tranquilamente (hay que ponerse el atuendo de noche para lo que queda de carrera), veo a Jorge debatirse entre seguir o dejarlo. Cambio de zapatillas, paseo viene, paseo va, pero las muecas de dolor muestran que desde luego los pies no están por la labor de pasarlas canutas otros 40 km hasta Segovia. Aparece Juanito & family, duchadito y cambiado, para ver qué tal estamos, creo que en cierta parte aliviado de no estar pasándolas canutas. Cuando recojo los trastos, sin decir ni mú mientras, le pregunto a Jorge y aunque duda, me dice que siga, que él se retira (bueno, no me acuerdo exactamente cómo me lo dijo, pero algo así). Yo creo que hizo bien, aunque estuvo a punto de robarle el chip de nuevo a la del control y salir detrás de mí. A partir de la salida del polideportivo, ya en solitario, soy yo mismo el que me marco el ritmo, así que hasta Segovia sólo dependo de mis piernas.

Con el atuendo nocturno, camino hacia Fuenfría
Con el atuendo nocturno, camino hacia Fuenfría

Mientras paso por Cercedilla vuelvo a ver a Juanito con la familia en una terraza (¡cómo te cuidas, pillín!), que me vuelve a dar ánimos y al que le cuento que definitivamente Jorge se queda allí. Llamo a casa para dar el último parte y les comento que espero llegar a Segovia y que ya apareceré para desayunar, aunque enviaré whatsapp para ir informando por el camino. Enfilo hacia las Dehesas, y en lo que voy subiendo se hace ya de noche. El tramo por la carretera es un poco aburrido y peligroso, ya que bajan coches continuamente y hay que estar atento a ir por el borde de la carretera. En este tramo no me hubieran venido mal los bastones para poder marcar mejor el ritmo. Sin embargo me engancho a un grupo que sube a buen paso, y sin comerlo ni beberlo estoy en el control de la Calzada Romana, donde empieza la carretera de la República (KM 71). Aunque aquí hay avituallamiento, como no me hace falta de nada, únicamente sello y salgo pitando para arriba, con lo que de golpe me quito como a 8-10 personas que estaban en ese momento parados en el control. La noche está ya cerrada y ahí que voy yo, tan ricamente, sin música, camino de la Fuenfría en solitario.

Aunque llevo el ipod en el bolsillo, no me apetece escuchar música, prefiero oír mis pisadas sobre el camino, mientras la cabeza vuela de un pensamiento a otro, sin más preocupaciones. De vez en cuando echo la vista atrás, para ver si alguien me va a alcanzar, y veo que hay un grupo que se va acercando poco a poco. Antes de llegar al mirador de los Poetas me alcanzan, son tres con dos frontales ¿WTF?, a los que me adoso para lo que queda de subida. Por sus comentarios no tienen muy clara la distancia que queda a Fuenfría, dato que les facilito, mientras los km pasan uno detrás de otro.

Ya en el puerto, penúltimo avituallamiento en el KM 80, no sopla el ventarrón del año pasado, así que tranquilamente sello el pasaporte, me tomo un caldito, una magdalena, un café, y mientras aprovecho a charlar con mi amigo Eduardo (aka Commedia), que este año ejerce de fotógrafo oficial y no para de dar flashazos a diestro y siniestro 😀

En la Fuenfría, tan fresco. Foto de Commedia
En la Fuenfría, tan fresco. Foto de Commedia

Con el cuerpo entonado, y pensando que ya hasta Segovia es casi todo bajada, enfilo cuesta abajo, en el tramo que el año pasado se me atragantó un poco por las molestias en los pies. Recordando que Carlos ha salido de Cercedilla antes que yo, y como no me lo he cruzado, me marco como meta cogerle (vamos, esas cosas que nos programamos en la cabeza para darnos fuerzas), y al poco de empezar la bajada decido ponerme a correr en vez de andar. Así, como quien no quiere la cosa, voy adelantando gente, y alterno el trote con el caminar en algunas zonas. Cada vez que veo unas luces rojas por delante me digo «¡a por ellas!», con lo que los casi 12km que hay hasta el control de la Cruz de la Gallega, en la que nos esperan Katia y Claudio se me pasan muy rápido. A menos de 500m de llegar al control alcanzo a Carlos, y como me apetece saludar un rato a mis amigos, le adelanto con la idea de luego engancharme con él en el último tramo.

En el control de la Cruz de la Gallega (km 91) todo está preparado con orden militar, se nota la mano de Katia, que se ha pegado una paliza junto con el resto de voluntarios que no desmerece el tute que llevamos los corredores. Desde las 3 de la tarde llevan dando soporte a los corredores que llegan, muchos de ellos ya aquí en condiciones muy justitas, y para todos tienen la atención necesaria, ¡QUÉ GRANDES, COÑO!

Le cuento a Katia los devenires de la carrera, ya que se sorprende un poco de que llegue solo, porque no ha podido conectarse al whatsapp para conservar la batería del teléfono, y me saca el bizcocho especial bandoleiro que nos había reservado, UMMM, ¡QUÉ RICO!… Con otro café y el trozo de bizcocho ya tengo energías para llegar al acueducto. Así que tras despedirme de Katia y Claudio (un crack el tío también, que ha hecho unas fotos cojonudas), me «arrejunto» a Carlos y a José Antonio y salimos disparados para Segovia.

Desde aquí ya poco que contar, cogemos un buen paso y tras una breve parada en la fuente a coger agua, hacemos el camino charlando animadamente de lo humano y lo divino, disfrutando de los últimos momentos de la carrera. Yo me encuentro genial, salvo el cansancio lógico de llevar tantas horas despierto y en movimiento, así que cuando ya estamos cerca de la meta, nos ponemos a correr para hacer la entrada triunfal bajo el arco de llegada, con un tiempo oficial de 18:37:48, lo que supone casi una hora y media menos que el año pasado, ¡bien!.

Entrando en meta, yo y mis pensamientos
Entrando en meta, yo y mis pensamientos

Y del resto, poco más que contar, medalla al cuello, un chocolate calentito, fotos, saludos, un vídeo final conmemorativo, whatsappear a todo el mundo, y echar de menos a los que no han podido estar en meta conmigo, Juanillo (un abrazo), Juanito, Jorge y Katia, (bueno, y a Pepe m….., a ver si el año que viene… jem jem) 😉

EN la meta, con Carlos Siguero
EN la meta, con Carlos Siguero

Subimos al polideportivo a recoger las mochilas, cambiarnos un poco, y nos colocamos en el bus de la organización que nos llevará de vuelta a Plaza de Castilla, a donde llegamos a eso de las 5:45 de la mañana (zzZZZZzzz…). Coger el metro y llegar a casa con cara de zombie fue de las partes más duras de la jornada, sobre todo cuando las piernas ya se han enfriado y empiezan a notar los más de 100k realizados… fiuuu…

Y si has llegado hasta aquí con la crónica, te dejo un par de vídeos que he montado, primero la versión completa (14′), y, si no tienes tiempo, una versión enlatada de 1′.

La versión completa

La versión enlatada

Como siempre, os dejo aquí el Track del Garmin 310XT (le falta un poco a la salida a la llegada, en 2014… ¿?)…, para que no haya dudas de por dónde fui (no como otros que tienen reparos a publicar los tracks de sus «recórds»…)

Aquí dejo también los enlaces relacionados con las entradas que han hecho de la carrera otros amigos (es lo bueno de hacerlo tarde, je je):

Y otras más que se me quedarán en el tintero, en todo caso ampliaré si reviso el post.

Las fotos que he ido recopilando las subo a éste álbum de Flickr: 2013-09-21_Magovia

Mapoma 2013. Sin prisa pero sin pausa

Esta debe ser la crónica más tardía del maratón de Madrid (AKA Mapoma o Rock’ n’ Roll Madrid Marathon) que se escribe en la red, pero como más vale tarde que nunca, pues allá que va.

Parece que voy a tener que esperar para hacer un mapoma «a gusto» con el entrenamiento adecuado, pero como hay que adaptarse a las circunstancias, me planté en Cibeles a las 8 de la mañana con los deberes que pude hacer hechos, y que fuera lo que tuviera que ser.

Según bajo por Alcalá, y nada más llegar a Cibeles, veo que no hay todavía follón en los camiones de recogida de mochilas, así que, a pesar de que hacía buena rasca, dejé la mochila tras 2 minutos de espera, y a buscar a los chicos de RdB&friends. La idea inicial era rodar a 6’/km y ver cómo iba la cosa, a lo cual se habían apuntado algunos compañeros. Otros, que cogieron el dorsal unos días antes de la carrera al grito de #nohayhuevos, también tienen idea de ir al tran tran.

Con Jorge y Julián en Cibeles
Con Jorge y Julián en Cibeles. Foto de Celina

Después de un buen rato de charla, viendo un montón de caras conocidas, grupos, amigos, y 30000 mensajes en el WhatsApp «¿habéis dejado la mochila o no?» «¡hay un follón de la leche!» y similares, decidimos acercarnos a ver la que hay liada en la salida, que son ya las 8:45.

En los camiones del guardarropa hay liada una monumental, son casi las 9 y la cola llega más de 50 metros, así que esperamos en grupo a que Santi pueda dejar el equipaje. Dan la salida y todavía hay un montón de gente esperando a dejar la bolsa. Como ya se ha hablado bastante del tema, tampoco me voy a explayar…

Finalmente estamos todo el grupete, incluyendo acompañantes para este primer tramo, así que posamos y Antonio nos hace unas fotos.

Foto de grupo, mientras ya se ha dado la salida. (Foto de Antonio Bizarro)
Foto de grupo, mientras ya se ha dado la salida. (Foto de Antonio Bizarro)

Así que casi 13 minutos después de dar la salida oficial, pasamos por el arco, ¿empieza la aventura!. Al poco de salir ya nos separamos, y nos juntamos Jesús, Jorge y yo a ritmo trotón. En esta primera parte hay que relajarse y no dejarse llevar por los que van a hacer la carrera de 10K o 21K, aunque por lo atrás que hemos salido, vamos pasando gente todo el rato, algunos ya con la cara congestionada a pesar de no llevar ni 3 km ¿?…

Se me olvidaba comentar que aunque hace bastante frío (unos 3ºC a la salida), me he quedado con la camiseta, unos manguitos, guantes y mallas cortas. A la cintura estreno la Spibelt, con un par de geles, el móvil y las llaves. Y de zapatillas, repito las Nike Vomero con las que he corrido mis anteriores maratones (2), que todavía siguen dando guerra.

Seguimos a ritmo tranquilo, charlando y viendo el panorama, y pasamos el km 10 en 60 minutos justos, de momento parece que el reloj va perfectamente sincronizado con las piernas, a ver lo que dura.

Paso del avituallamiento km. 10. Foto de Antonio Bizarro
Paso del avituallamiento km. 10. Foto de Antonio Bizarro

En el km 12 Jesús decide que prefiere reservarse, así que se descuelga para ir esperando a Gerard y Santi, que vienen por detrás, mientras que Jorge y yo vamos a buen ritmo y manteniendo. Entre el km 17 y 18 hacemos las dos salutaciones a nuestras respectivas familias, que nos esperan al paso por la Gran Vía y la plaza de Callao. Antes de llegar a la media volvemos a ver al fotógrafo ubicuo (AKA @antbiza), que nos vuelve a retratar en pareja, ya con un semblante «menos festivo». Sin embargo, hemos recortado algún minuto, dado que esta zona es más favorable, y pensando en el tramo final.

Llegando a la Media, por la calle Ferraz. Foto de Antonio Bizarro
Llegando a la Media, por la calle Ferraz. Foto de Antonio Bizarro

Aquí hasta el km 25 es prácticamente todo bajada o llaneo, así que aprovechamos para recuperar y recortar algún minuto, y cuando llegamos a Norte, se nos une Rafa, que nos acompañará como liebre de lujo hasta la llegada a meta. Entramos a la Casa de Campo y aprovechamos para hacer un cambio de aguas «behind the musgo», que ya toca. Pasado el km 28 hay un avituallamiento de gel, lo cojo y me lo zampo, será el único que tome en toda la carrera, aparte de las dos botellitas con isostar Endurance que tenía preparadas.

La cuesta de salida de la Casa de Campo (km 32) marca el inicio de la parte dura de la carrera, en este repecho los que van más tocados se paran a andar, aunque nosotros apretamos los dientes y subimos sin descanso. Después, la bajada por la avda. de Portugal sirve para recuperar un poco, enfilando la zona más dura de la carrera. A partir de aquí ya se oyen pocos cantos y risas, empiezan las molestias musculares, primero un cuádriceps, luego un gemelo, un sóleo, etc etc… todos los músculos reclaman su «minuto de gloria», aunque yo les digo que no toca y parece que me hacen caso… ufff… 😉

Desde el km 32 la cuenta se vuelve regresiva, es un 10k pero al revés, así que voy descontando km uno a uno, y pensando «lo conseguiré!». La subida hasta Atocha se hace larga, pero el año pasado la sufrí más con la cintilla, así que me digo que no vale quejarse y todo para adelante. En mi mente sólo hay la rampa de Alfonso XII, y aunque barajo la opción de subirla andando, sé que puedo hacerla al trote, así que vuelvo a apretar los dientes y arriba (apufff….). En este punto, Alberto «RunnerChef» nos espera como el año pasado, para animar y hacer unas fotos, ¡gracias Alberto!

Alfonso XII. Km 41. Foto de RunnerChef
Alfonso XII. Km 41. Foto de RunnerChef

La recta se hace interminable, pero al final se llega a Alcalá y la última subida hacia la entrada al Retiro. En esta zona pierdo fuelle y Jorge sigue hacia meta imparable, mientras Rafa prepara la cámara del móvil para grabar la entrada a meta de lo que queda de mí 😉

Como siempre, los últimos metros por el paseo de coches del Retiro son impagables, la meta está delante y la alegría por el reto superado es algo que cada uno lleva dentro. Aquí Rafa me grabó a la carrera los últimos metros llegando a meta…

Llegada a meta Mapoma 2013 from Juan Segui on Vimeo.

 En resumen, y para no enrollarme más, tiempo oficial 4:12:33, o sea, que clavé los 6’/km.

Segunda medalla de Mapoma ;-)
Segunda medalla de Mapoma 😉

Para los fans de las estadísticas y los datos, aquí os pego el perfil que sale del reloj y los datos del Garmin.

 

Perfil de la carrera, sacado con el programa "perfils"
Perfil de la carrera, sacado con el programa «perfils»

Muchas gracias a los supporters, animadores, público en general, y en especial a Rafa por acompañarme en la parte final, ¡eres grande!

Komando Bandoleiros de Garrafón S01E02. La Pedriza

Estas últimas fechas tengo un poco abandonado el blog debido a que arrastro una lesión en la zona de los aductores que me tiene un poco quemado. Pero viendo que la cosa iba mejorando, decidí apuntarme al carro de la quedada del domingo por la Pedriza a ver qué tal salía la cosa, y como el terreno me era más o menos conocido, si pinchaba siempre podía volver tranquilamente al punto de salida.

Así que a las 7 de la mañana empezábamos el trote por la senda Carboneras desde el Tranco, y aunque no llovía, el camino era como una cascada de agua, por lo que a pesar del cuidado inicial, a los 10 minutos ya tenía los pies calados.

La mañana estaba con niebla, así que poco a poco íbamos subiendo hacia el Yelmo sin poder disfrutar de las vistas que se tienen por el camino, pero por otro lado el ambiente era bastante mágico, aunque los recuerdos a los gintonics de Pepe de la noche anterior rompían el embrujo con las carcajadas.

Momento descarga de gintonic
Momento descarga de gintonic

Al llegar al Yelmo, lo más que les pude decir es «esto es el Yelmo», señalando a las nubes, porque no se veía nada más que el comienzo de la pared, así que sin parar seguimos el camino hacia el collado de la Dehesilla, pasando previamente por el Acebo y la zona de la Cara, momento en el que se abrieron las nubes y pudimos ver un panorama espectacular.

La Cara
La Cara

En algunos tramos de la bajada hacia la Dehesilla quedan restos de nieve, pero la mayor parte de la misma se ha ido por el agua que lleva cayendo estos días. Desde el collado, el camino que baja hacia el Tolmo y el refugio Giner es más que nada un arroyo por el que bajamos como si fuera barranquismo, los pies van calentitos del trote, así que sólo nos preocupamos cuando el agua pasa por encima del tobillo 😉

Cruzamos el puente y, en vez de bajar directamente por la autopista, subimos hacia el collado Cabrón para sumar algunos metros más de desnivel (y tener vistas de la zona de Maliciosa, claro está). Jorge mete la directa y se adelanta un poco, así que nos reunimos en el collado a comer algo antes de terminar la ruta. Las vistas se abren y se cierran dependiendo de las nubes, pero sigue sin caer una gota. La bajada por el camino es una gozada, el suelo mullido y la práctica ausencia de gente hace que el correr por las zetas sea un momento «trailrunning total», además casi no me molesta el aductor, por lo que disfruto muchísimo, mientras voy grabando con la GoPro. Un poco más adelante paramos a hacer unas fotos en una piedra-miradero con unas vistas espectaculares de la Cuerda Larga nevada.

El equipo con la Cuerda Larga detrás
El equipo con la Cuerda Larga detrás

Desde aquí ya no paramos prácticamente hasta el aparcamiento del Tranco, a esta hora (10:00) ya nos vamos encontrando con más gente por el camino, y nos cruzamos con otros grupos que suben a entrenar, como las parejas de los Bandoleros «de verdad», o sea, el grupo de mozas corredoras del Guadarrama 🙂

Y como todos tenemos compromisos posteriores, café rápido y vuelta a casa a empezar la jornada dominical con la familia (pero eso es otra historia).

Como ya sé que lo estábais esperando, aquí va el vídeo de la trotada, recién horneado 😉

El resumen del entreno en el siguiente gráfico:

Perfil de la ruta
Perfil de la ruta

Aquí están los datos del Garmin:

Actualizado: Por si alguno es más fan de Vimeo, a continuación incluyo el mismo video en su plataforma

2013-03-10 KBG-Pedriza from Juan Segui on Vimeo.
Vídeo resumen del Komando Bandoleiro Garrafón en su segunda salida por la Pedriza, en un día que anunciaban de lluvia. Entrada del blog: https://juansegui.com/2013/03/komando-bandoleiros-de-garrafon-s01e02-la-pedriza/

 

Komando Bandoleiros de Garrafón S01E01. La Jarosa. 19k y +780m/-780m

Después de un tiempo intentando apañar una kdd, con problemas como «tengo hora en la pelu», «no me ha llegado el frontal», y tras haber recibido todos los regalitos de reyes vía Seur, Correos, etc… finalmente sólo hicieron falta 30000000 mensajes en whatsapp para concretar sitio, hora y recorrido. El motivo real de haber quedado, todo hay que confesarlo, es que Jorge llevaba sus famosos «zerotillos de chocolate»… que si no…

Los famosos zerotillos
Los famosos zerotillos

Domingo, 5:30 de la mañana… ti ti ti ti… PLOF! ¿Pasa algo? De repente recuerdo vagamente que anoche estaba preparando la mochila y la ropa para salir a trotar. Me arrastro de la cama, enciendo el móvil y primeros mensajes «Ola ke ase», «KAFE K ASE» y similar… parece que estamos todos igual de zumbados. La idea de emular (en plan garrafón), a los Bandoleros del Guadarrama en los que milita nuestro amigo @kbralok, nos anima a pesar del madrugón.

A las 6:45 estamos todos en el polideportivo de Guadarrama, ¡otia qué frío hace!, noche cerrada y ni un alma por la zona. Vamos a la zona de aparcamiento en el embalse de la Jarosa y a la luz de los frontales terminamos de equiparnos el KBG. Katia, Juanito, Jorge, Pep y el que suscribe. (No seáis impacientes, no hay fotos porque no se ve NADA todavía 🙂 )

La idea es subir hacia Cabeza Líjar y hacer un recorrido circular hasta el refugio de la Salamanca por el cordal que separa Madrid y Segovia en esta zona de la sierra. Como Katia y Juan ya han hecho este recorrido, nos van guiando por pistas y senderos con mayor o menor inclinación, hasta que cogemos una trocha cuesta arriba de las de «calentar gemelos». A mitad de la misma decido sacar los bastones que llevo de estreno, momento a partir del cual la pendiente se suaviza (cómo no).

Llegamos a la pista que conecta el Alto de los Leones con Peguerinos, aquí ya hay bastante luz para apagar los frontales, así que envueltos en el blanco del suelo, los árboles y el cielo vamos andando en medio de una atmósfera mágica. En un momento se abre un hueco entre las nubes y la salida del sol parece un incendio entre los árboles… alucinante…

Amaneceres
Amaneceres
Parece mentira, pero era así. Foto de Jorge
Parece mentira, pero era así. Foto de Jorge

 Seguimos hasta el collado que separa las dos vertientes de la sierra, momento en el que abandonamos la pista y subimos por la cresta hacia el refugio de la Salamanca. El camino discurre entre árboles que parecen de nata, y tenemos que ir agachados en muchos trechos para poder pasar. La llegada al refugio la hacemos entre la niebla y un aire gelador. Nos metemos en el refugio, pequeños sorbos de café y agua, y a preparar la bajada.

Desde el refugio el camino es una bajada con bastante piedra, que al poco se convierte en sendero trotable, en el que hay que tener cuidado en algunas zonas por la presencia de hielo (cualquiera resbala y cae, ¿eh Pepe? 😛 ), pero fundamentalmente pisamos nieve y suelo tipo «permafrost», que cruje y se hunde con nuestras pisadas. Según vamos bajando de cota, la nieve va disminuyendo, y a mitad de bajada ya luce el sol, que agradecemos, y sobre todo el recuperar la sensación de tener manos, que se echaban de menos 😉

En el último tramo de pista aparecen varios arroyos que cruzan la misma, en la primera meto una pata en la HELADA agua, así que en los siguientes y al grito de ¡bandoleiroooo! directamente me lanzo a cruzarlos por el medio, cosa que hacen también Katia, Pep y Jorge… De manera que ya seguimos sin parar hasta el coche, so pena de quedarnos sin pies…

Al llegar al aparcamiento hacemos el desayuno con honores de los zerotillos, acompañados de café, té y bebidas de composición y nombre irrepetible, a la vez que nos contorsionamos un poco para estirar las piernas y no subir a los coches como las muñecas de Famosa. En resumen 19K, +/-780m de desnivel de subida y bajada, y un día precioso que nos podíamos haber perdido si el despertador no hubiera sonado a tiempo 😉

Bueno, que no he dicho nada hasta ahora… aquí va el «flim» del evento, como siempre (desde navidades) cortesía de mi GoPro. ¿Qué os parece?

El perfil de la ruta…

perfil-KBG-Jarosa

Y el track del Garmin, para variar…