El otro día fui por motivos de trabajo a Vigo, y además de disfrutar del auténtico clima gallego (ya me dijo mi madre que no volara a Galicia sin una rebequita en la mochila…), pude probar los manjares que se destilan por estas bonitas tierras.
Este es el comienzo, una docenita de ostras que según fueron pasando los minutos iban cayendo poco, quedando relegadas las conchas a un
lateral del plato a poco, hasta que vinieron los refuerzos solicitados, ya que el estómago empezaba a rugir, y claro, no queríamos molestar a las trabajadoras del lugar.
Así que cayeron unos chipirones encebollados y un pulpo a feira, que estaban de rechupete.
Espero repetir, pero acompañado, que (generalmente) sabe más rico ;-P