Maratón de Lisboa 2015. Completando el triplete

Prólogo

Cuando empiezas una crónica de la que es ya tu séptima maratón, piensas si no está todo escrito o si te vas a repetir mucho, al fin y al cabo ya hay otras 25 crónicas similares y, en la mayoría de los casos, mucho mejores que la tuya. Pero al final siento la necesidad de soltar la parrafada, y aparte de recordar algunos momentos, hasta es posible que le sea útil a alguien. Así que os voy a cascar mi personal visión del maratón de Lisboa de este año.

Haciendo una breve reseña de antecedentes, el dorsal nos lo regalaron en la feria de la Maratón de Madrid (aka Mapoma), así que con esa excusa (la del chocolate del loro), embarqué a la familia a un viaje post-veraniego, con guinda incluida. Lógicamente al salir de Madrid cada uno tenía sus expectativas, y yo, vistos los antecedentes, con llegar al metro 42.195 entero el domingo me valía.

Así que el jueves por la tarde nos fuimos a Lisboa, con la idea de tener al menos dos días de turismo familiar, y el domingo hacer yo la carrera y según acabara volver a Madrid non-stop.

Al pre-lío

Estuvimos el viernes por la mañana de turisteo lisboeta, y después de comer llegó Jesús con su familia (otro kit completo), tras un breve receso para acomodar a la prole, nos fuimos Jesús y yo a recoger los dorsales en la feria, en la otra punta de Lisboa. Tuvimos tanta suerte que hasta los vigilantes nos dejaron aparcar el coche en un reservado al lado de la puerta, así que al llegar temprano había poca gente y pudimos completar el trámite rápidamente.

El sábado estuvimos de turismo por Belem, con un tiempo de perros por la mañana, aunque la comida que nos dimos fue lo que se puede denominar «un señor homenaje» (del que no daré determinados detalles por respeto a la infancia), menos mal que por la tarde el aire marino purificó nuestras almas y depuró un poco la sangre… 😉

Al tema

Total que el día D a las 5:45 de la mañana deambulábamos por el «curioso hostel» cuatro locos preparando un café y mirando de reojo la lluvia que caía por la ventana, antes de quemar nuestras naves y salir hacia la estación de Cais de Sodré, donde habíamos quedado con el resto de amigos y conocidos rumbo a la salida en Cascais. Menos mal que la citada estación nos quedaba a 200m del hotel, que si no, alguno se da la vuelta. Una vez con el resto de amigos, lo de darse la vuelta es más complicado, visto el ambiente que había.

Maratón de Lisboa. La grupeta en el tren a Cascais

En el tren a Cascais. Qué peligro

Una vez llegados a Cascais nos vamos siguiendo la estela de corredores hasta la zona de salida. Dejar la mochila en 2 minutos, y todos listos para la faena. Organización muy buena.

Maratón de Lisboa. Unos locos que corren

Unos locos que corren

A pocos minutos de la salida, las nubes descargan un nuevo chaparrón, así que los que no llevamos chubasquero nos refugiamos debajo de un árbol y esperamos a que despeje, cosa que hace un par de minutos después. A partir de ahí en el cielo se van despejando las nubes, y finalmente la salida la hacemos con sol.

Maratón de Lisboa. Listos para salir

Listos para salir

Los primeros km pega el sol en algunos tramos, y hasta paso calor a ratos, pero me consuelo viendo gente que va con mallas largas y manga larga ¿?. Al poco de salir, Jorge coge la directa y yo me acomodo a mi ritmo, intentando ir cómodo pero sin ralentizar mucho, a ver qué pasa. Al rato me pasa Dani Casaus, con el que comparto unas palabras, pero lleva un ritmo por encima de mis espectativas, así que se aleja al poco tiempo. Desde el km 4 noto como una piedrecilla que se me clava en el talón derecho, de vez en cuando me paro a sacudir la huarache, pero no se va (misterio).

Más adelante, parada técnica en el km 14 para arreglar el cordón de la huarache que se me rompió, y supuso 5 minutos de reloj de taller de reparación. Menos mal que con mover un poco el cordón y hacer un nuevo nudo, equipo como nuevo y a hacer más km 🙂

Vuelvo al tema y van pasando los kilómetros, me siento bastante a gusto y voy rebasando gente, que, como es habitual, me mira raro cuando les alcanzo y adelanto con el clac-clac. Incluso con alguno tengo el típico intercambio de palabras huarachero-amortiguado, al final todos contentos y a tirar para adelante.

El cielo se va cubriendo y queda un día feo, igual que el tramo que hay antes de llegar a la plaza del Comercio, mucha recta sin paisaje de interés. Cuando llego a la plaza busco a ver si hay alguien conocido animando, y ya en la esquina de salida veo a Mapi con su cámara, así que paro, la doy un par de besos y la pregunto cómo se encuentra. Parece que va mejorando y me alegra.

Maratón de Lisboa. Saliendo de la plaza del Comercio. Foto de Mapi (guapa!)

Saliendo de la plaza del Comercio. Foto de Mapi (guapa!)

Desde aquí hasta la meta nos juntamos con los corredores de la media, y por una zona bastante fea van cayendo los últimos kilómetros, hasta llegar al empedrado final antes de la meta, en el que meto la directa y llego sin demasiado sufrimiento, aunque un rato antes todos los músculos de la pierna han hecho algún que otro amago de rebelión (isquios, cuádriceps y gemelos, principalmente). Llegada, medalla, avituallamiento y a resguardarse, que empieza a chispear de nuevo.

La recogida de la bolsa también perfecta (bueno, cuando localizo dónde están los camiones, porque la señalización no era demasiado «existente», o yo no la vi. Allí veo a Juanlu y Julián que me dan noticias del resto del equipo, y como la lluvia aprieta un poco, corro a cambiarme para volver al hotel. A partir de aquí, poco que contar: vuelta en metro «apretaditos», ducha en el hotel, en la habitación de Bego y Jorge, que se quedan hasta el lunes (gracias chicos), y a cargar todo en el coche para volver a Madrid. No sé cómo lo hice que me tocó conducir hasta llegar a Badajoz, cuando empezó a caer agua con gusto, pero las piernas tampoco se quejaron mucho. Los últimos 400km los hicimos con abundantes lluvias, pero al final concluimos la aventura todos ilesos y con un par de medallas más en casa.

Dorsal Maratón de Lisboa. Al final un 2x1, ¿quién da más?

Al final un 2×1, ¿quién da más?

La semana siguiente, al sacar las huaraches, pude ver que tenía un cristal clavado en el talón de la derecha, así que queda resuelto el misterio de la «piedra recalcitrante», por lo que me hice 35k de maratón en modo «fakir»… telita.

Valoración del maratón: me pareció una carrera recomendable, buena relación calidad/precio, aunque el paisaje alterna zonas bonitas con otras bastante feuchas, con algunas cuestas, pero no excesivamente dura (al menos comparado con Mapoma). Avituallamientos muy buenos, cada 2,5km.

Resumen final

Como siempre, aquí dejo los datos del Garmin de la carrera:

Y para acabar… la «pinícula»

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