Madrid – Segovia 2014. La crónica

Después de las diferentes incógnitas que ya he contado en entradas anteriores, el día D llegó, como tenía que ser. Para variar, este año tenía todo bastante organizado con los petates preparados, así que el ritual fue bastante mecánico y salí de casa en el horario previsto para coger el metro a Plaza de Castilla. Los zombies que vagaban por la Gran Vía a las 6:50 de la mañana un sábado me miraban raro, total, ¿qué hace allí un tipo en cortos con dos mochilas a la espalda y un cartelito por delante?.

Listos para la salida

Listos para la salida

Una vez allí, lo primero es dejar las mochilas en los camiones y hacer tiempo saludando y charlando con diferentes grupos de gente que se junta para la carrera. También se acercan otros muchos amigos a desear suerte a los corredores. Es uno de los aspectos que hacen de esta carrera especial, el salir desde Madrid hace que aquello parezca un poco el aeropuerto de Barajas cuando te vas de viaje de fin de curso. 🙂

Uno de los múltiples posados

Uno de los múltiples posados

Posado con el gran @AlbBarrantes

Posado con el gran @AlbBarrantes

DCIM101GOPRO

Con @Albervarez (una de sus múltiples personalidades) (AKA «El Presi»)

Así improvisando hago «grupeta» con Carlos Siguero, a ver qué tal nos va, por lo menos sé que conversación no me va a faltar en los próximos XX kilómetros, iremos a ritmo tranquilo para calentar, y luego ya veremos. Carlos es de esas personas con las que da gusto «viajar» por los caminos.

Salida

Como quien no quiere la cosa, entre palique, saludos y comer un bocatín de jamón, llegamos a Tres Cantos para el primer control/avituallamiento, donde vemos al Sr. Spanjaard con sus dos retoños, blandiendo un cuchillo de considerables dimensiones que nos convence para no demorarnos mucho allí y salir lo antes posible 😉

Primer sello en la hoja, un vaso de isotónico y a seguir, que de momento el tiempo es bastante agradable, cosa que se agradece. A pié de la pasarela se encuentra el incombustible Shinichi, que ha venido a saludar y hacerse selfies con media carrera (como debe ser #yotambiéntengounafotoconshin).

Meme basado en una foto de Shin (AKA @makotonmako)

Meme basado en una foto de Shin (AKA @makotonmako)

Después del control viene una zona de transición por el carril bici, hasta que se llega al camino que baja hacia el arroyo de la Tejada. En ese punto, ya cerca del k.19 de carrera, Carlos decide que prefiere ir un poco más conservador de ritmo y nos separamos, todavía queda mucho y cada uno debe medir sus fuerzas. Así que hecha la bajada aprovecho para comerme otro emparedado de jamón, y así, azuzado por el hambre, llegar antes a Colmenar, donde he puesto la siguiente remesa de «lembas de keniata».

Tramo de carril bici en Tres Cantos

Tramo de carril bici en Tres Cantos

Bajando hacia el arroyo de la Tejada

Bajando hacia el arroyo de la Tejada

En este tramo alterno caminar con trote cochinero, y me cruzo con Benigno, y con Eduardo (Commedia) y su amigo, así que aprovechamos para ir charlando un rato y contar nuestras batallitas, bebiendo entre medias y disfrutando del día. Un poco más adelante encuentro el envoltorio de un gel tirado en el suelo, ¡pronto empezamos a soltar mierda! Con Benigno llego hasta Colmenar, parando a llenar los bidones en la fuente que hay junto a la ermita, unos 100 m antes del colegio.

Colmenar Viejo (km 27)

El control y las operaciones de cambio de ropa lo hago del tirón. Camiseta fuera, calcetines fuera, camiseta dentro y calcetines dentro. Cojo unos polvos de isotónico para recargar después, devuelvo la bolsa y listo para salir. Mientras estoy en el colegio saludo de nuevo a Jan, con una cara regular, y veo a Eduardo y a José Escudero, entre otros. Otro vaso de isotónico y un trozo de plátano al vuelo. Salgo caminando y aprovecho para mandar los primeros mensajes de «status» a la familia y amigos, «todo OK, sigo».

El tramo de salida de Colmenar es un poco aburrido. Andar por la avenida de circunvalación cruzando calles corta un poco el rollo «campero» de la carrera. Aprovecho para hablar un poco con Jan, del que me despido en cuanto la ruta coge pendiente negativa. Salgo trotando un buen trecho, hasta que se cruza un riachuelo y vuelve a picar un poco, lo que aprovecho para andar rápido. Después viene un trozo que me gusta bastante de bajada hacia el Puente Medieval. Un sendero con piedras en el que corro adelantando a bastante gente, me siento genial y hay que disfrutar del momento. Ahora el sol pica ya más, parece que las nubes se van alejando según nos acercamos a la sierra.

Bajando hacia el Puente Medieval

Bajando hacia el Puente Medieval

Al llegar al control del Puente Medieval hay una pequeña aglomeración de gente, pero ya tengo ensayado el movimiento de abrir la cremallera trasera de la mochila y sacar la tarjeta de sellar. Sello, un vaso de cocacola y en marcha de nuevo. Aquí una sorpresa en la ruta. Están restaurando el puente y hay que dar un pequeño rodeo aguas arriba para cruzar el Manzanares y retomar el camino «oficial». El tramo que viene es de los que menos me gustan, una subida continua en la que no hay apenas sombra, en la que el año pasado nos pegó el sol de lo lindo. Aprovecho por tanto para comer otro emparedado de jamón y beber bastante. En algunos tramos troto un rato, más que nada para mantener las piernas a tono. En torno al km 40 sigo haciendo el ritual de tomarme una pastilla de sales, lo que llevo haciendo cada 10 km más o menos. No sé si será la panacea, pero desde luego no he tenido ni un calambre ni tirón en toda la carrera, esta rutina puede ser una de las causas (o al menos eso creo).

El último tramo antes de Manzanares es un bonito sendero de bajada, en el que adelanto a varios corredores, y en lo que estoy trotando veo a un grupo parado en medio del camino. Uno de ellos está en el suelo y sus compañeros le están curando, pregunto si necesitan algo, me dicen que no y sigo. Aquí me acuerdo de los «valientes» que no llevan nada y creen que están inmunes a cualquier percance en el campo. Allá ellos.

Manzanares (km 42)

En Manzanares paro a hacer el control, beber y cargar los bidones de agua e isotónico, y aprovecho para descalzarme y limpiar las zapatillas por dentro de cualquier resto de arena o piedrecillas, es un gesto tonto, pero que a la larga sirve para estropearte lo menos posible los pies. Veo llegar a varios amigos, unos con mejor cara que otros, y como este año no hay macarrones (a estas horas, por lo menos), salgo tranquilamente hacia Mataelpino, con el fin de no dejar que las piernas se enfríen. Aprovecho para comerme otro bocata de jamón, y así dejo hueco después para la paella de Cercedilla. Al pasar por el aparcamiento de entrada a la Pedriza, veo a Julián (AKA «el Juli») esperando a amigos varios, parece el Guadiana el tío, je je.

Control de Manzanares

Control de Manzanares

A medio camino, en una zona de solanera, veo a un pollo que va de peregrino (pollo con cara de chino, que todo hay que decirlo), y que va vestido DE NEGRO de los pies a la cabeza, con unos pantalones largos que me dan sudores sólo de verlos. El tío va despacio y con cara de «¿yo qué hago aquí?», en fin, para gustos… los colores.

En este tramo aprovecho para correr en algunas zonas, las piernas las noto bastante bien y sigo avanzando a buen ritmo, ya con la vista puesta en la merendola que suele haber en la plaza del ayuntamiento y cavilando sobre la idea de que si llego al bar de la plaza con Carlos, fijo que nos hubiéramos apretado un pincho de tortilla con unas cañas… 🙂

Mataelpino (km 50)

Como llegué solo, pues nada, di un repaso a las bandejas de sandwiches, cacachuetes, chocolate y plátano, que junto con un par de vasos de cocacola, y tras un refresco en la fuente y nueva recarga de bidones, me llenaron de energía (no la misma de un pincho de tortilla, pero para el caso vale). Sin demorar más salí tranquilamente por las rampas del casco urbano, y un poco más adelante hay un par de curvas que se empinan de mala manera, así que aprovecho para asentar en la tripa la comida.

Cuando el terreno se suaviza, hay un tramo muy disfrutón para ir corriendo entre las jaras y los matorrales, pero que obliga a ir en fila india, por lo que a veces hay que ir esperando a adelantar o echarse a un lado cuando viene alguien a toda máquina. Poco a poco voy pasando por zonas ya conocidas, y sin correr demasiado me planto en la famosa subida a la Barranca, con una cuesta que parece no acabarse nunca, y que más de uno recuerda de otros años (¿verdad Jorge?).

Subiendo hacia el control de la Barranca

Subiendo hacia el control de la Barranca

Ya en el control veo a Manu (AKA Manuwar), que aunque no hemos charlado muchas veces, sigo su estupendo blog (Remontando por la vida), y al grupo de animosos voluntarios que reconfortan a los que llegan, unos más enteros que otros, ya que más de uno se tumba aquí a descansar un poco en la sombra. Lo bueno de ese punto es que sabes que hasta Cercedilla es prácticamente todo bajada (salvo la cuesta infernal intermedia). Tras un par de minutos de beber un poco y charlar salgo del control al trote, y cuando voy por la pista de bajada antes de la citada cuesta infernal, me cruzo con un ciclista con una GoPro en el casco, y pienso «mira, un ciclista friki»… ¡Claudioooo!!! Nos paramos y saludamos, me cuenta que viene haciendo la carrera en sentido inverso y que el primero bajaba como una moto (aquí el vídeo, por si lo queréis ver).

Después de la cuesta, un grupo de vacas nos hace la ola y ya bajamos a troticochi hacia el polideportivo de Cercedilla, con bastante hambre, a pesar de lo «temprano» de la hora. Son las 18:25 y creo que es el año que llego más fresco, así que cojo la bolsa, un plato de paella, un vaso de cocacola y me siento en el suelo a preparar la mochila y la ropa «de noche» mientras me voy comiendo la paella tranquilamente.

A la rica paella!

A la rica paella!

Monto un pequeño circo con todo el material de la bolsa y la mochila desparramado alrededor, mientras al mismo tiempo me cambio e intento ponerme las medias de compresión, aderezado con dentelladas a la paella, vamos, un cristo. Todo ello grabando al mismo tiempo con la GoPro, que se queda sin batería y tengo que cambiar, enviando Whatsapps a la familia, etc.

En media hora completo el proceso, así que devuelvo la mochila y salgo rumbo a la Fuenfría, deben ser como las 18:55 o así, creo que para todo lo que he hecho no está mal. Aunque las piernas se han quedado un poco frías, en un rato las voy poniendo en calor. Mientras voy andando hacia la carretera de las Dehesas, un corredor me dice «¿tú no eres Juan, el del blog?». Me quedo un poco «así» (cara de «nomelopuedodecreer»), y ya me dice que le gusta lo que escribo, lo que me hace subir el ego unos cuantos puntos (muchas gracias, si lo lees, saca la patita 😉 ). Vamos charlando un poco en la subida a las Dehesas, que este año modifica su recorrido al llegar al centro de interpretación que hay en la entrada, girando por la derecha por el sendero marcado con los puntos verdes, que a mí personalmente me gusta bastante más que la carretera.

Subiendo por las Dehesas

Subiendo por las Dehesas

Cuando el recorrido vuelve a la carretera, recargo agua en la fuente que hay en la rampa antes de coger la carretera de la República, la más fresquita de todo el día. Un poco más adelante ya está el control de paso, en el que únicamente paro a sellar la tarjeta y sigo sin parar. Todavía queda un poco de luz, voy sorprendido porque otros años por esta zona ya iba siempre de noche cerrada y con el frontal, así que aprovecho a realizar la última grabación «diurna» con la GoPro mientras voy subiendo solo por la pista. Voy con buen ritmo, y en algunas zonas hasta me entran ganas de correr, pero sigo con la idea de reservar para poder hacer la bajada a Segovia lo más rápido posible, y además, hace una noche estupenda sin viento, con lo que ni paro a sacar el cortavientos.

Más adelante, tras pasar el mirador de los poetas, corro un poco hasta la pradera de Navarrulaque, donde ya paro a sacar el frontal, no vaya a tentar a la suerte y tragarme un agujero por el camino. En este tramo he adelantado a un par de grupos de corredores, y un poco antes de llegar a la altura de la Fuente que hay en el Camino Schmidt me coge un grupo que va «rapidito». Acelero un poco el paso y llegamos casi todos juntos al control/avituallamiento de la Fuenfría, donde ya vengo pensando en el caldito y el café que me voy a tomar.

Fuenfría (km 79)

Tras sellar la tarjeta veo una bandeja con magdalenas y no me lo pienso «¡qué mejor para mojar en el caldo!», dicho y hecho, me agencio un vaso de caldo Aneto calentito y paseo por la zona del avituallamiento con él en las manos, charlando con otros corredores y viendo el panorama de gente en diferentes estados de cansancio/agotamiento. Cojo un café y otra magdalena, me lo tomo ya con un poco más de vidilla y me preparo para salir rodando hacia Segovia. Según empiezo a trotar, veo que la luz del frontal cada vez es más escasa, así que a unos 200 metros del puerto me paro para cambiar las pilas sobre uno de los poyetes de granito del camino, menos mal que llevo el frontal pequeño de emergencia a mano para poder hacer la operación, ya que no se ve nada (cagada nº1 del manual del ultrarunner).

Tras la parada, ya con un potente chorro de luz sobre la cabeza, empiezo a trotar de nuevo, y no paro hasta bastante más adelante, en la carretera asfaltada, varios kilómetros después. En ese tramo hasta el siguiente avituallamiento, adonde tengo muchas ganas de llegar a ver a mis Bandoleiros, alterno el trote con el paso rápido, intercambiando posiciones con diferentes corredores que vamos más o menos a la par.

Finalmente, mucho antes que otros años, llego al Corral de la Desesperada (nombrecito que se las trae), donde todo el equipo está dando soporte a los corredores que van cayendo con cuentagotas, algunos en buen estado, pero otros muchos ya con un cierto nivel de «perjudicamiento». Al contrario que en otros controles, aquí me paro un rato para charlar y grabar un pequeño vídeo. Aunque me ofrecen de todo, la verdad es que no tengo hambre, el avituallamiento de la Fuenfría todavía se está procesando en el estómago, y como voy bastante bien y hay otro avituallamiento un poco más adelante, prefiero no forzar el estómago.

El tramo que sigue es en parte nuevo, ya que se desvía de la carretera/pista y sigue el camino de Santiago por una pista que después se abandona y va cruzando zonas al principio con bastante piedra, pero luego ya se abre el camino y se sigue una senda con bastantes tramos corribles. Aquí alcanzo algunos grupos, y en algunas zonas tengo que hacer un poco de equilibrio para adelantar. Al llegar a la fuente de San Pedro, únicamente paro a beber una taza de agua fresca, ni saco los bidones, que todavía llevo con líquido de sobra.

Desde aquí hasta Segovia (km 92 aprox.) todo el recorrido se puede correr/trotar sin problemas, sólo hace falta tener piernas para ello. El control de Riofrío lo paso con un saludo a los voluntarios y sigo trotando un rato, hasta que a la altura del cruce del AVE decido dejar de correr, total tampoco tengo un tiempo determinado, y ya veo que acabaré bastante antes que el año pasado.

Al entrar a Segovia, miro el reloj y sé que si hubiera apretado un poco podía haber bajado de 17 horas sin problema, pero bueno, así dejo el «reto tiempo» para otro año que entrene de verdad. Como a 1 km de meta me alcanza un corredor que va como pollo sin cabeza, diciendo algo así como «¡hay que correr a muerte hasta el final!», total que me contagia un poco de la «locura» y me pongo a trotar más despacio que él, con lo que al final de lo «despendolao» que iba le tuve que indicar en un par de sitios que se había pasado las marcas, y casi acaba en el río, ja ja ja.

Último sprint y llegada a meta tras 17 horas y 11 minutos, tan tranquilo iba que ni me apeteció sacar la cámara para grabar, así que dejo aquí la foto oficial de llegada (gracias a los fotógrafos de la organización, vaya paliza de fotos que se metieron, y gratis total) 🙂

En la meta, ya con mi medalla

En la meta, ya con mi medalla

En la llegada estaba el gran Dani Casaus, que se pasó media noche recibiendo a los corredores que iban llegando para hacer tiempo antes de volver a Madrid, y también un grupo de Drinking Runners con Alberto Barrantes, que se había retirado en Cercedilla, con los que estuve charlando un rato, mientras me tomaba un chocolate calentito antes de despedirme del acueducto y tomar rumbo a la parte más «ultra» de la carrera, que es la subida al polideportivo a por las mochilas y coger el autobús a Madrid (sí, reíros, ya os quiero ver a vosotros en la próxima).

En el polideportivo, saludo a la gente conocida que ha llegado o va llegando después de mí, me cambio de ropa y aseo un poco, y autobús de vuelta para Madrid, llegando a Plaza de Castilla a eso de las 5 de la mañana, con lo que no me lo pienso mucho: taxi y para casa a dormir un rato. Aunque no os lo creáis, a las 10:00 ya estaba en pié con las tareas familiares… uffff 😉

La «pinícula»

Bueno, aunque os he hecho esperar un poco, al menos me ha dado tiempo a procesar la peli que grabé de la prueba, así que aquí la podéis ver en primicia-primiciosa, que dirían los Gomaespuma.

Datos del GPS

El perfil y los datos resumido del programa perfils:

Magovia 2014. Dorsal 418

Magovia 2014. Dorsal 418

La pantalla de seguimiento del SPOT:

Seguimiento SPPOT

Seguimiento SPOT

Los datos del Garmin:

Conclusiones y consejos para futuras ediciones

Un poco a modo de colofón, la verdad es que los resultados superaron con mucho a mis expectativas. Esto tiene una parte mala, y es que te confías y en cualquier carrera te pegas la gran galleta. Creo que entrenando en condiciones podría estar en torno a las 15 horas sin problemas, pero la verdad es que las fechas no son las mejores para dedicarte a preparar una ultra, en especial cuando tienes las vacaciones con la familia previamente.

Lo que más he aprendido/confirmado se resumiría en: comer y beber bien son la base de la ultradistancia. Estudiar el recorrido (en mi caso me lo sé ya casi de memoria), y reservar fuerzas para el final, que la salida se ve siempre de color rosa. Y sobre todo: IR A PASARLO BIEN Y DISFRUTAR EL RECORRIDO Y LA COMPAÑÍA.

Bonus final: gracias a la organización, los voluntarios y al resto de gente que me apoyásteis 🙂

5 Comments
  1. Halfon 9 años ago
  2. Jorge 9 años ago
    • jseguir 9 años ago
  3. Yonhey 9 años ago
    • jseguir 9 años ago

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