Madrid – Segovia 2013. La crónica

Vale, ya sé que el título no es de lo más original, pero tampoco quiero que aparezca en los buscadores en plan épico, al estilo «Mi lucha hasta Segovia», «Sufriendo hasta el límite por la calzada romana» o batallas similares… que para eso ya tenemos a Jorge… 😛

El tema es cómo contar que de cuatro que habíamos quedado para hacer la «carrera», al final sólo llegué yo, y eso que no era ni el más guapo, ni el más fuerte, ni el que se lo había preparado «menos mal». Pero vamos por el principio. El jueves recojo el dorsal y la bolsa del corredor, momento en el que empiezas a oler el fregao de cerca. Desde ese momento hasta el sábado, aparte de otros fregados ya empieza el «tic-tac» a sonar permanentemente en la cabeza.

Dorsal bandoleiro

Dorsal bandoleiro

El viernes dejo preparadas más o menos las diferentes bolsas para la salida, como siempre, la más crítica es la de Cercedilla, donde hay que prever lo que puede hacer falta para el tramo nocturno de subida a Fuenfría y bajada a Segovia. Ante la duda, meto un poco de todo y así ya decidiré llegado el momento.

Sábado por la mañana, 7:00, al salir de casa ya me encuentro con los «despojos» de la noche anterior, y yo con mi atuendo y las mochilas colgando quedo un poco discordante en el paisaje matutino de la Gran Vía, así que me dirijo recto hacia el Metro, y pasadas las 7:30 ya estoy en Plaza Castilla. Antes de nada voy a dejar las mochilas en los camiones, tarea que despacho más o menos rápido y me quedo con lo necesario para la salida. Hoy el estómago no estaba muy por la labor, así que prácticamente no he desayunado más que un café sólo, por lo que me he traído unas tortas de arroz con chocolate que me voy comiendo despacio junto con mi botella de isostar.

A continuación vienen las escenas clásicas, nos reunimos los 3 bandoleiros presentes y saludamos a toda la gente que ha venido, tanto a participar como a saludar, cosa que se agradece un montón. Aquello tiene más ambiente que una presentación en Hollywood, y las cámaras y los flashes abundan por doquier. Como muestra, un botón…

El equipo Bandoleiro con Shin

El equipo Bandoleiro con Shin

 Muchas fotos, saludos, el clásico «¿qué tal lo llevas?… pues pssss….», y esas cosas que pasan en los momentos previos a las pruebas, y total, que cuando enciendo el reloj para que empiece a coger los satélites del GPS, como que se han escondido. Así que hay un tío en la salida de la carrera con una GoPro en una mano y la otra subida y dando vueltas a ver si pilla señal antes de que nos pongamos en marcha. En esto que voy tan concentrado y de repente manos arriba, alguien dice 5, 4, 3, 2, 1… y como quien no quiere la cosa la masa de cerca de 1.ooo corredores se empieza a mover cual arena de reloj para pasar por el embudo del arco de salida.

Salimos al trote cochinero (como debe ser), y nos ventilamos más o menos rápidamente este primer tramo por zona urbana, el pelotón se va estirando, pero bueno, de momento lo importante es ir calentando sin forzar la máquina y buscar un hueco más o menos cómodo para correr. A unos 500m parece que el GPS ya se pone en su sitio y empieza a contar distancias, ¡ya le vale!. Al paso por Montecarmelo saludamos a Nacho Villalba, que seguro se queda con ganas de seguirnos, y ya rápidamente empezamos a pisar tierra, que es lo que estábamos buscando. Tras pasar bajo la M-40 también está Belén (aka Pegasus Corre), y vamos trotando por el camino que nos dirige hacia el primer control, en Tres Cantos (km 16), casi todo el camino andando, salvo algunas cuestas, en las que aflojamos y aprovechamos en muchos casos para reagruparnos los tres. Parada en el control, sellado de los pasaportes peregrinos, beber y comer un trozo de plátano y a salir rápido, que hasta Colmenar sólo hay 11k.

Control y avituallamiento de Tres Cantos

Control y avituallamiento de Tres Cantos

Salimos a buen ritmo, sin prisa pero sin pausa, intentando ventilarnos el tramo de carril bici lo antes posible (de las zonas más feas para mi gusto), y así llegamos a la bajada hacia el arroyo de Tejada, ahora seco, y al pasar el primer vado nos encontramos con Sebas Navarrete haciendo fotos de la carrera (aquí el enlace a la galería).

Cruzando el arroyo de Tejada. Foto de Sebas Navarrete

Cruzando el arroyo de Tejada. Foto de Sebas Navarrete

Seguimos alternando el andar con el correr, hasta la famosa cuesta del cementerio de Colmenar, sólo apta para correr por los del pelotón de cabeza. Aquí encuentro en el suelo el pasaporte peregrino de alguno, que se va a alegrar mucho en Colmenar (y que dejo en el control de entrada, por si las moscas). Si llego al control y veo que no lo tengo, las ganas de volver a bajar la cuesta son como que te peguen una patada en los coj…. (vamos, que os hacéis idea). En fin, km 27  y 3:15 de carrera (hora de entrada en el control). De momento vamos mejor que el año pasado, creo que las nubes que nos han acompañado hasta ahora han ayudado un poco.

Cojo la bolsa y como voy perfectamente sólo cambio un pañuelo y cojo una dosis de polvos de isostar, para tener dos junto con la que llevo en la mochila y no pasar penurias en lo que queda hasta Cercedilla. Aquí mis dos compañeros ya empiezan a quejarse un poco de los pies, en especial Juanito, que recibe la vista de la ampolla del año pasado… ñek ñek…

Momento "Cariño, no siento los pieses"

Momento «Cariño, no siento los pieses»

El tramo de Colmenar al Puente Medieval tiene una primera parte «fea», callejeando por Colmenar, hasta que se sale del casco urbano y se hace un primer tramo por pista en «V» (primero bajar, bajar, bajar, y luego subir, subir, subir…). Aquí ya Juanito empieza a poner cara «se me ha desajustado el pH», y en el tramo que hay de sendero «disfrutón» hasta la bajada al puente se empieza a quedar atrás. Jorge me sigue en el trote, pero paramos a esperar a Juanito y vemos que viene tocado, así que tiramos hasta el avituallamiento para escapar del calor que ya aprieta a gusto, y le esperamos bebiendo isotónico fresquito que tienen allí. Cuando llega mi tocayo se le ve un poco tocado, chequea sus 2000 paquetes de sales, geles y demás, descansa un poco, y tras sellar de nuevo los pasaportes salimos tranquilamente cuesta arriba hacia Manzanares. Aprovechamos para ir masticando un poco (el montadito de jamón serrano es lo mejor), y aunque el ritmo que llevamos no es fuerte, poco a poco Juanito se va quedando, el dolor en los pies le está matando, y junto con la chicharrera que hace le pasa factura. Vamos manteniendo control visual y tras unos cuantos «me cago en spm, ¡qué calor!» de Jorge llegamos al punto de inflexión del camino, en el que se ve delante el castillo de Manzanares, y la Pedriza y la sierra de Guadarrama detrás. Desde aquí es casi todo bajada hasta el siguiente control, punto que marca el paso por la maratón (km 42).

Chicharrera entre Colmenar y Manzanares

Chicharrera entre Colmenar y Manzanares

En este punto Juanito nos comenta que ha avisado para que vengan a recogerle en Manzanares, que tiene los pies fatal y no le apetece acabar un mes de curas como el año pasado. Aunque lo estábamos viendo venir, no por ello nos deja de entristecer menos, pero las cosas son así, y tampoco es plan de pasarla canutas si no estás por la labor. Así que como se nos están empezando a derretir los sesos, Jorge y yo nos adelantamos a Manzanares, que los pies de Jorge también están pidiendo un tiempo muerto. Llegamos al control y cogemos bebida y un plato de macarrones «mazacote’s style», pero que nos los zampamos como si los hubieran hecho en la misma Italia, tras buscarnos un hueco en la sombra (Jorge adereza los macarrones descalzándose de nuevo)… jem jem…

En Manzanzares, momento "Cariño, vete preparando unos pies de recambio"

En Manzanzares, momento «Cariño, vete preparando unos pies de recambio»

Una vez que llega Juanito y charlamos un rato, vamos al control, donde sellamos los pasaportes peregrinos y dejamos el pasaporte de grupo junto con el chip del tocayo, no sin tristeza. Su equipo de apoyo femenino se presenta a recogerle y sin mucha más demora partimos 2/3 del equipo en dirección Mataelpino, son como las 15:10 y nos queda otro tramo a pleno «lorenzo» a disfrutar…

Salimos a buen ritmo, y alternamos el andar con el trotar, y después de cruzarnos de nuevo con Carlos Siguero vamos charlando cuando nos encontramos con Beto, que ha venido antes de entrar a trabajar para poder saludarnos y animar un rato (thanks!). En esto que un poco más adelante, cerca de Mataelpino y de repente nos encontramos con Luis Arribas (aka @_spanjaard) (o a la inversa, no estoy muy seguro), y así de primeras pienso, «¡zasca!, ¡este ha venido por su libro!«, y me veo perdido, ya que, lo que es salir corriendo, como para que no estábamos… Y no contento con esta aparición, un poco más adelante, en una sombra del camino, también nos cruzamos con José Escudero, que está animando a los corredores que pasamos por aquí y me hace una foto muy chula… ¡gracias de nuevo!

Llegando a Mataelpino. Foto de José Escudero

Llegando a Mataelpino. Foto de José Escudero

Un poco más adelante llegamos finalmente al control/avituallamiento de Mataelpino, km 50 y ecuador oficioso de la carrera. Llevamos ya 7:48 en carrera, y salvo por unas pequeñas molestias en la planta del pie, me siento genial. La mesa de avituallamiento es como el jardín del Edén, y comemos algo, y sobre todo bebemos y rellenamos de agua todos los recipientes que tenemos. Jorge vuelve a hacer «terapia de pies», a ver si los convence para el siguiente tramo hasta la Barranca.

Con Beto en Mataelpino, buscando sombra desesperadamente ;-)

Con Beto en Mataelpino, buscando sombra desesperadamente 😉

Después del avituallamiento salimos en cuesta arriba hasta coger el camino que se dirige en dirección paralela a la M-617 hacia Navacerrada, en un tramo muy bonito con toboganes y en el que adelantamos a unos cuantos grupos, todavía hace bastante calor y el sol da de frente. Llega un momento que la pendiente se hace mayor y ya el camino gira hacia el norte en dirección a la Barranca. Este tramo se hace bastante pesado, porque ya vamos pensando en Cercedilla y la paella. En cuanto cogemos la pista (interminable) que sube hacia la Barranca, Jorge se desinfla y los pies le empiezan a dar guerra de verdad, ¡cagontó!

Jorge y su particular penitencia con la Maliciosa detrás

Jorge y su particular penitencia con la Maliciosa detrás

Al llegar al control de la Barranca (km 58), el ambiente de los voluntarios es una pasada, bromeando y ayudando a todos los que van llegando, que en este punto ya hay bastantes que están «tocados». Jorge pilla una silla, se descalza y pone cara de carnero degollado… mmmm…. Le dejo que descanse un poco y después le pongo cara de ¿estás listo, guapetón? a ver si hace ademán de salir, porque me da que no le saco sin palanqueta (y encima en el avituallamiento no tienen polvorones, con lo que me apetece uno). Después de un intercambio de miradas (las suyas no las traduzco, por si acaso, pero algo me imagino…), salimos despacio hacia Cercedilla. La idea de que todavía faltan como 5 km no le hace mucha gracia, y mientras vamos bajando por la carretera duda sobre si llamar para que le recojan o si seguir, a los que va pasando les va pidiendo unos pies nuevos pero como que se han acabado las existencias por aquí.

Jorge pensando en arrancarme los pies (si me coge, claro)

Jorge pensando en arrancarme los pies (si me coge, claro)

Finalmente decide que ya que estamos aquí, él llega a Cercedilla por su pie, y atpc… (ya sabéis que cuando a Jorge se le mete una cosa en la cabeza… ¡Zerotada incoming!), así que aprieta los dientes y me dice que «vamos palante!» (joer qué huevos, macho). Al llegar a la cuesta de la muerte nos alcanza Carlos de nuevo, y charlamos un rato hasta que cogemos la carretera que sale de la Venta Real, momento en el que aprovechamos para «correr» un rato, cuanto antes lleguemos, mejor… En la bajada a Cercedilla momento risas cuando pasamos a toda pastilla a unos a los que Jorge había pedido unos pies de recambio, y gritan «¿pero tú no ibas tan mal, cab…?». Finalmente llegamos al polideportivo, donde nos recibe Vanessa con Pablo, así como otros amigos que han venido a animar la carrera, como Bea y Julián. También está por allí Albertopoulos, que se había retirado allí un buen rato antes (aquí su crónica). Fichamos y cogemos la mochila (KM 63, 10:53 de carrera), y nos sentamos en el patio del polideportivo tras haber cogido un plato de paella, que me (nos) sabe a gloria.

Mientras me voy cambiando de ropa tranquilamente (hay que ponerse el atuendo de noche para lo que queda de carrera), veo a Jorge debatirse entre seguir o dejarlo. Cambio de zapatillas, paseo viene, paseo va, pero las muecas de dolor muestran que desde luego los pies no están por la labor de pasarlas canutas otros 40 km hasta Segovia. Aparece Juanito & family, duchadito y cambiado, para ver qué tal estamos, creo que en cierta parte aliviado de no estar pasándolas canutas. Cuando recojo los trastos, sin decir ni mú mientras, le pregunto a Jorge y aunque duda, me dice que siga, que él se retira (bueno, no me acuerdo exactamente cómo me lo dijo, pero algo así). Yo creo que hizo bien, aunque estuvo a punto de robarle el chip de nuevo a la del control y salir detrás de mí. A partir de la salida del polideportivo, ya en solitario, soy yo mismo el que me marco el ritmo, así que hasta Segovia sólo dependo de mis piernas.

Con el atuendo nocturno, camino hacia Fuenfría

Con el atuendo nocturno, camino hacia Fuenfría

Mientras paso por Cercedilla vuelvo a ver a Juanito con la familia en una terraza (¡cómo te cuidas, pillín!), que me vuelve a dar ánimos y al que le cuento que definitivamente Jorge se queda allí. Llamo a casa para dar el último parte y les comento que espero llegar a Segovia y que ya apareceré para desayunar, aunque enviaré whatsapp para ir informando por el camino. Enfilo hacia las Dehesas, y en lo que voy subiendo se hace ya de noche. El tramo por la carretera es un poco aburrido y peligroso, ya que bajan coches continuamente y hay que estar atento a ir por el borde de la carretera. En este tramo no me hubieran venido mal los bastones para poder marcar mejor el ritmo. Sin embargo me engancho a un grupo que sube a buen paso, y sin comerlo ni beberlo estoy en el control de la Calzada Romana, donde empieza la carretera de la República (KM 71). Aunque aquí hay avituallamiento, como no me hace falta de nada, únicamente sello y salgo pitando para arriba, con lo que de golpe me quito como a 8-10 personas que estaban en ese momento parados en el control. La noche está ya cerrada y ahí que voy yo, tan ricamente, sin música, camino de la Fuenfría en solitario.

Aunque llevo el ipod en el bolsillo, no me apetece escuchar música, prefiero oír mis pisadas sobre el camino, mientras la cabeza vuela de un pensamiento a otro, sin más preocupaciones. De vez en cuando echo la vista atrás, para ver si alguien me va a alcanzar, y veo que hay un grupo que se va acercando poco a poco. Antes de llegar al mirador de los Poetas me alcanzan, son tres con dos frontales ¿WTF?, a los que me adoso para lo que queda de subida. Por sus comentarios no tienen muy clara la distancia que queda a Fuenfría, dato que les facilito, mientras los km pasan uno detrás de otro.

Ya en el puerto, penúltimo avituallamiento en el KM 80, no sopla el ventarrón del año pasado, así que tranquilamente sello el pasaporte, me tomo un caldito, una magdalena, un café, y mientras aprovecho a charlar con mi amigo Eduardo (aka Commedia), que este año ejerce de fotógrafo oficial y no para de dar flashazos a diestro y siniestro 😀

En la Fuenfría, tan fresco. Foto de Commedia

En la Fuenfría, tan fresco. Foto de Commedia

Con el cuerpo entonado, y pensando que ya hasta Segovia es casi todo bajada, enfilo cuesta abajo, en el tramo que el año pasado se me atragantó un poco por las molestias en los pies. Recordando que Carlos ha salido de Cercedilla antes que yo, y como no me lo he cruzado, me marco como meta cogerle (vamos, esas cosas que nos programamos en la cabeza para darnos fuerzas), y al poco de empezar la bajada decido ponerme a correr en vez de andar. Así, como quien no quiere la cosa, voy adelantando gente, y alterno el trote con el caminar en algunas zonas. Cada vez que veo unas luces rojas por delante me digo «¡a por ellas!», con lo que los casi 12km que hay hasta el control de la Cruz de la Gallega, en la que nos esperan Katia y Claudio se me pasan muy rápido. A menos de 500m de llegar al control alcanzo a Carlos, y como me apetece saludar un rato a mis amigos, le adelanto con la idea de luego engancharme con él en el último tramo.

En el control de la Cruz de la Gallega (km 91) todo está preparado con orden militar, se nota la mano de Katia, que se ha pegado una paliza junto con el resto de voluntarios que no desmerece el tute que llevamos los corredores. Desde las 3 de la tarde llevan dando soporte a los corredores que llegan, muchos de ellos ya aquí en condiciones muy justitas, y para todos tienen la atención necesaria, ¡QUÉ GRANDES, COÑO!

Le cuento a Katia los devenires de la carrera, ya que se sorprende un poco de que llegue solo, porque no ha podido conectarse al whatsapp para conservar la batería del teléfono, y me saca el bizcocho especial bandoleiro que nos había reservado, UMMM, ¡QUÉ RICO!… Con otro café y el trozo de bizcocho ya tengo energías para llegar al acueducto. Así que tras despedirme de Katia y Claudio (un crack el tío también, que ha hecho unas fotos cojonudas), me «arrejunto» a Carlos y a José Antonio y salimos disparados para Segovia.

Desde aquí ya poco que contar, cogemos un buen paso y tras una breve parada en la fuente a coger agua, hacemos el camino charlando animadamente de lo humano y lo divino, disfrutando de los últimos momentos de la carrera. Yo me encuentro genial, salvo el cansancio lógico de llevar tantas horas despierto y en movimiento, así que cuando ya estamos cerca de la meta, nos ponemos a correr para hacer la entrada triunfal bajo el arco de llegada, con un tiempo oficial de 18:37:48, lo que supone casi una hora y media menos que el año pasado, ¡bien!.

Entrando en meta, yo y mis pensamientos

Entrando en meta, yo y mis pensamientos

Y del resto, poco más que contar, medalla al cuello, un chocolate calentito, fotos, saludos, un vídeo final conmemorativo, whatsappear a todo el mundo, y echar de menos a los que no han podido estar en meta conmigo, Juanillo (un abrazo), Juanito, Jorge y Katia, (bueno, y a Pepe m….., a ver si el año que viene… jem jem) 😉

EN la meta, con Carlos Siguero

EN la meta, con Carlos Siguero

Subimos al polideportivo a recoger las mochilas, cambiarnos un poco, y nos colocamos en el bus de la organización que nos llevará de vuelta a Plaza de Castilla, a donde llegamos a eso de las 5:45 de la mañana (zzZZZZzzz…). Coger el metro y llegar a casa con cara de zombie fue de las partes más duras de la jornada, sobre todo cuando las piernas ya se han enfriado y empiezan a notar los más de 100k realizados… fiuuu…

Y si has llegado hasta aquí con la crónica, te dejo un par de vídeos que he montado, primero la versión completa (14′), y, si no tienes tiempo, una versión enlatada de 1′.

La versión completa

La versión enlatada

Como siempre, os dejo aquí el Track del Garmin 310XT (le falta un poco a la salida a la llegada, en 2014… ¿?)…, para que no haya dudas de por dónde fui (no como otros que tienen reparos a publicar los tracks de sus «recórds»…)

Aquí dejo también los enlaces relacionados con las entradas que han hecho de la carrera otros amigos (es lo bueno de hacerlo tarde, je je):

Y otras más que se me quedarán en el tintero, en todo caso ampliaré si reviso el post.

Las fotos que he ido recopilando las subo a éste álbum de Flickr: 2013-09-21_Magovia

No Responses

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.