Gran Trail Peñalara 2013. Mi TP80 particular

Como el año pasado completé la versión de 60k «tranquilamente» del GTP, este año decidimos apuntarnos a la versión de 80k, más que nada por hacer la primera parte del recorrido, que no es común, e ir aumentando la distancia paulatinamente… ¡ilusos!

De los 5 bandoleiros al final quedamos 3 en la salida, ya que Katia fue baja involuntaria por accidente y Pepe… jem jem… (sin comentarios, je je). Este año además volvía de nuevo Rafa (también engañado para la de 80K), y otros compañeros de RdB y saraos varios, así que las 3 versiones de ultratrail estaban a tope de compañeros (110k, 80k y 60k). Mención aparte la versión «senderistas» que se introducía este año (carrera nocturna de 10K), a la cual se apuntaba «el resto» de corredores braviles y otros amigos de diferentes pelajes.

Equipo preparado

Equipo preparado

La carrera

La verdad es que casi 19 horas de carrera (18:54:43 para ser exactos) dan para mucho, así que intentaré resumirlo todo lo que pueda para que esto no acabe como «Guerra y Paz», por lo que empezaré contando que aparecimos por Navacerrada a eso de las 21 horas del viernes, gracias a los medios motorizados de Rafa, y aprovechamos el viaje para hacer la última carga de comida mediante unos bocatines de jamón que nos supieron a gloria (Rafa ya tuvo bastante con su odisea telefónica previa). En Navacerrada, aparcamos rápidamente, dejamos la bolsa para Rascafría en el polideportivo y nos dirigimos hacia la zona de salida, para buscar a los compañeros.

A pesar de que quedaba un buen rato para la carrera, el ambientazo era espectacular, una marea de gente iba y venía hablando con amigos/compañeros, otros se cambiaban, apaños de última hora, una locura de emoción contenida. Aprovechamos que estábamos al lado del «photocall» de la carrera para hacernos una foto de grupo y mandar un saludo a los compañeros que no han podido venir. Yo me encuentro bastante tranquilo con todo preparado, así que charlamos y vamos saludando a todos los que nos vamos encontrando, haciendo fotos y comentando el percal que se avecina. Para la entrada al corral, ya a media hora de la salida, nos juntamos con Celso, Gerardo, Andrés y otros conocidos que vienen también al GTP.

Photocall bandoleiro

Photocall bandoleiro

La salida se realiza puntual, todos al galope por las calles de Navacerrada en dirección a la Barranca, después de salir del pueblo, cuando la cuesta se empina un poco, bajamos el ritmo y empezamos a andar rápido, que queda mucho trecho por delante. Jorge va muy animado, y al tran tran llegamos al primer embudo del camino, una vez que cruzamos el embalse de la Barranca y empezamos a subir por un sendero en fila india. Aquí saco los bastones, que me acompañarán el resto de la carrera. Tras vadear varios arroyos, llegamos a la fuente de las Campanillas y empezamos la subida al collado del Piornal, que hace tres semanas hice con Juanito en condiciones cuasi-invernales. En este momento Jorge va por delante y Juan me sigue, aunque como vamos en fila india no podemos casi ni adelantar ni ser adelantados. Cojo buen ritmo con los bastones, y casi sin darme cuenta ya estamos en el collado, donde están haciendo fotos los chicos de Kataverno.

Bandoleiro al ataquerrr... Foto de Kataverno

Bandoleiro al ataquerrr… Foto de Kataverno

Lo primero que veo con extrañeza es que no corre ni una gota de aire, por lo que la temperatura es ideal para correr sin molestias, giramos hacia el sur y vemos la hilera de frontales que suben hacia Maliciosa, una pasada. En la siguiente imagen se ve mucho mejor lo que menciono.

Hilera de subida a Maliciosa. Foto de RECmountain

Hilera de subida a Maliciosa. Foto de RECmountain

Primer control, 2:01:09, no está mal. Miro a ver si veo a Jorge, y espero a Juan haciendo un cambio de aguas, que ya toca 😉

Al poco aparece mi tocayo, así que emprendemos la bajada tranquilamente, durante la subida había dicho «voy a cambiar las pilas del frontal, que no están nuevas que digamos», pero por no perder tiempo no lo hago… ¡Error! La bajada de Maliciosa es, sencillamente, «para haberse matao», y salgo vivo con un sólo resbalón que me deja un recuerdo en el brazo. Arañazo y pequeño moratón nada más. En la bajada vuelvo a dejar a Juan un poco por detrás, y llega un momento en el que me quedo sin referencias por delante, y luces a lo lejos por detrás, ya en la zona de llaneo hasta enlazar la siguiente bajada. Al poco vuelve la bajada hacia la pista, en la que me adelantan un par de parejas que van como motos (o eso me parece). Ya en la zona de las «zetas» me cruzo con algunos que van tocados (y no acabamos casi ni de empezar). El resto de la bajada hasta Canto Cochino la hago adosado a un grupo que va a troticochi, ya con ganas de llegar y el frontal en las últimas. 3:47:24 , pues sí que se ha hecho larga la bajada!

Cambio las pilas en el avituallamiento de Canto Cochino, vasito cocacola, recargar bidones de agua y comer algunos frutos secos. Mientras espero llega Juan, con cara de «no sé qué hacer», murmura algo de retirarse, pero le digo ¿te duele algo? y me dice que no, así que no le doy opción «ale, a beber y para arriba, que la noche es joven» 😉

Subimos tranquilamente por la Autopista de la Pedriza, todo el camino me es muy conocido, y se me pasa rápido, en este tramo no vamos mal. Al cruzar el puente nos saludan los voluntarios (unos campeones, ¡chapeau!), y en la subida hacia el Tolmo y el collado de la Dehesilla recuerdo cuando bajamos este tramo haciendo un entreno bandoleiro como si fuera descenso de cañones. A media subida, pasado el Tolmo mi tocayo empieza a flaquear, así que hacemos una breve parada para repostar y le voy animando «ahí está el collado, no queda nada!». Llegamos en 5:17:18, check-in y para abajo. Aquí empieza una zona que no he andado nunca, así que en fila india y a ver cómo está el camino.

Según empezamos a bajar mi tocayo empieza a quedarse un poco atrás, y me pego a otro corredor al que no puedo adelantar por lo estrecho del camino (y tampoco me da muchas opciones). La senda se desdibuja en algunas zonas, y como no tenemos referencias de corredores por delante, a veces paramos para ver por dónde sigue el trazado. Por detrás, a lo lejos, veo varios frontales, entre los que se encuentra (eso espero), el de Juanito. En este tramo, en el que me rozo con varias ramas y meto el pié en un par de charcos, acabo bastante cansado mentalmente, así que en cuanto el camino se abre un poco y aparece la pista, cojo ritmo trotón, con ganas de llegar al avituallamiento de la Hoya de San Blas. Finalmente se cruza el arroyo y el sendero vuelve a remontar hacia el norte, llegando al avituallamiento en 6:38:23. Recargo agua y sin apetito espero a Juanito, que llega casi 20 minutos después, y según comentan, con poco margen ya para el cierre del control. En ese momento de espera me quedo un poco frío, así que saco los manguitos que llevaba en la mochila y me los pongo. Tentado estoy de ponerme el cortavientos, pero sé que en cuanto salga, y con la subida a Morcuera, me lo voy a tener que quitar, así que me aguanto. Mi tocayo me comenta que no va bien, y que tire para adelante, que el sube a Morcuera y se retira, la verdad es que no lleva buena cara, y me siento un poco «culpable» de haberle empujado hasta aquí, pero por otro lado pienso que un buen entreno en distancia tampoco le viene mal… (qué malo soy, ¿no? 🙂 ). Aunque me esperaba lo que me dijo, y me podría haber ido del control mucho antes, en ese momento preferí esperar a hablar con él, por si finalmente se hubiera animado a seguir, pero viendo que los tiempos de corte nos acechaban, supongo que él no quiso tampoco dejarme fuera de carrera.

Así que «liberado» para continuar a mi ritmo, cogí la pista y me puse a ritmo fuerte de subida, adelantando a varios corredores que habían salido antes del control, y en las zonas en las que la pista se tendía alternaba el CaCo, con lo que cogí a varios grupos de personas. Ya en la cabeza sólo tenía el «run run» del tiempo de corte en Morcuera, y estaba decidido a no parar y recuperar algo de tiempo. En cuanto salieron los primeros rayos de sol recordé que llevaba la GoPro en la cintura, así que saqué la cámara e hice algunas tomas de la subida, con un cielo que presagiaba sol y calor.

Amanece subiendo a la Morcuera

Amanece subiendo a la Morcuera

Las últimas rampas de subida a la Morcuera cuestan un poco más, pero ya con ganas de llegar me acuerdo de Jorge y que en este punto abandonó el año pasado después de penar desde la Pedriza. No tengo una referencia de cuánto me saca por delante, pero espero no encontrármelo todavía porque no sería buena señal. Al final llego al control en 9:09:39, y mi GPS me marca 41 km, 3 más que según el rutómetro oficial ¿?. Toca quitar los manguitos, recargar agua, comer algo, y enciendo el móvil para ver si tengo algún mensaje, y veo que Jorge ha salido de allí casi una hora antes, así que ya tengo referencias para ver si le cojo o no.

En el avituallamiento de Morcuera

En el avituallamiento de Morcuera

Desde aquí hasta Rascafría la bajada es toda por pista, así que pongo el ritmo trotón y van pasando los kilómetros un poco más alegremente, aunque los pies van notando el tiempo en marcha. Me voy alternando en posiciones con diferentes grupos de corredores, con algunos de los que comparto algunos detalles de la carrera, ya que no conocen la zona. Cuando pasamos de la zona de pinar al robledal, ya se puede ver la panorámica con Peñalara al fondo, y el Monasterio del Paular y Rascafría, que se vislumbran a lo lejos (y yo pensaba que estaban al lado… plaf!). La parte final del camino, antes de llegar al polideportivo se alarga, y se alarga… Menos mal que los voluntarios están allí en todos los cruces y sus ánimos te dan ese punto de energía cada vez que te los cruzas, BRAVO CHICOS! 😉

Llego al polideportivo de Rascafría en 11:35:33 (son las 10:35 de la mañana), recojo la bolsa de recambio y analizo lo que me voy a poner para afrontar la última (GRAN) subida de la carrera. Siguiendo la tónica de los anteriores avituallamientos, no quiero perder más tiempo del necesario, por lo que como no voy mal de pies ni me quito las zapatillas ni me cambio de camiseta, ya que voy cómodo con la que llevo y con el sol que va a pegar no me atrevo a ponerme la camiseta sin mangas. Así que la secuencia es: cocacola, bocata jamón, crema solar, cambio de buff por gorra RL con faldilla, gafas de sol, cargar agua y a darle zapatilla. En el polideportivo el ambiente está cargadito de Reflex y hay bastante gente tirada por el suelo, es un punto clásico de abandono para el que no se ve con fuerzas para subir Peñalara, que se vislumbra a lo lejos.

Sol de justicia en la subida al Reventón

Sol de justicia en la subida al Reventón

Una vez que empiezas el camino hacia el Reventón, prácticamente no hay vuelta atrás, porque si logras llegar al collado, ya «casi» te queda lo mismo si acabas que si te vuelves, por lo que hay que cogerla con ganas. En mi caso, como tenía claro que no había nada que me lo impidiera en ese momento, volví a poner el paso «sin parar» o «ni un paso atrás», y tacita a tacita a remontar la subida. A lo largo del camino paso a otros corredores y me pasan a mí, pero ya se ve que la densidad de corredores es menor que en otras zonas. Tacita a tacita, y curva a curva, voy remontando la cuesta y cada vez se ve Rascafría más abajo (eso es bueno), intento recordar la ruta del año pasado, cuando corrí el TP60, y en esta zona las piernas estaban frescas y corríamos en las zonas menos empinadas. Ahora ya es una cuestión de no desfallecer, llevar un ritmo constante y que no desgaste demasiado, y disfrutar del camino. Es curioso porque aunque me había metido el iPod en la riñonera por si me aburría y quería distraerme un poco, prefiero oír el ruido del agua del arroyo del Paular, o el canto de los pájaros, o incluso mis propios pasos sobre el camino. Finalmente llega el avituallamiento del Reventón, aunque se encuentra bastante arrasado, y sólo puedo cargar agua a tope en los bidones, que hasta el chozo Aranguren no hay más fuentes de suministro y tampoco sombras en el camino. Salgo rápidamente de nuevo (bueno, lo de rápidamente a estas alturas ya es un decir), y cuando llego al control (14:11:30) ya hace un sol de justicia, con lo que el resto del camino se presenta «calentito». El momento gracioso se presenta cuando tras hacer el checkin en el control, uno de los voluntarios me dice «¿tú corriste el año pasado el de 60k!» Resulta que es quien grabó en Fuenfría el vídeo que sale en Cercedilla TV (ver minuto 4:50, patetic mode «on»).

En la cuerda camino de Peñalara

En la cuerda camino de Peñalara

La cresta entre el Reventón y Peñalara es muy bonita, pero se hace larga, parece que no se llega nunca, aunque tiene sus momentos especiales, sobre todo el tramo ya llegando a Claveles en el que atravesamos un nevero, en pleno mes de junio, y te entran ganas de enterrar las piernas en él para que se refresquen. En el flanqueo de Claveles echo de menos el quitarme los bastones y colgarlos de la mochila, pero bueno, pensando en que el tramo es corto aguanto con ellos y finalmente sobrevivo sin partir ninguno… fiuuuu 🙂

Llego a Peñalara en 16:24:40, y dada la hora que es no queda nadie de los que han subido a animar del grupo de RdB and friends, pero claro, estas no son horas. Así que sin más rodeos, aprovecho para beber un poco de agua, echar una foto, mandar un whatsapp para decir que todo OK y que voy hacia la Granja, y vamos a acabar la faena. Mi GPS marca 74km y ya dice que de batería va como su dueño, justito…

En la cumbre de Peñalara. El resto, cuesta abajo

En la cumbre de Peñalara. El resto, cuesta abajo

El camino es aún peor de lo que recordaba del año pasado, con más de 70km en las piernas, las cuestas y pedregales de los primeros tramos de la bajada hacen que las piernas y especialmente las plantas de los pies estén ya «calentitos», pero la idea de llegar es más fuerte que el dolor, así que sin pausa ni tregua. Al llegar al chozo Aranguren, un poco más adelante hay un par de arroyos de agua fresca que baja directamente de Peñalara, y hay montado un pequeño camping de corredores refrescándose, e incluso algunos que se han descalzado y meten los pies en el agua. Yo (inteligentemente), relleno la botella aguas arriba de los pies en remojo, pero no todos hacen lo mismo… (no sé si ésto explica alguno de los abandonos en la Granja, je je). A partir de aquí la pendiente es más suave y al poco se entra en el bosque, por lo que por lo menos la sensación de chicharrera es menor. Aprovecho una piedra para apretarme los cordones de las zapatillas, y aunque tengo ganas, no me quedan muchas fuerzas para trotar, así que ando rápidamente, y me pasan algunos corredores. En este tramo, ya hasta llegar a la Granja, apenas vi a nadie, creo que más o menos todos debemos ir al mismo ritmo «no siento las piernas». El GPS definitivamente dice que se queda sin batería, y hasta ahí llega el track.

Cuando finalmente llego a la tapia de los jardines de la Granja, veo a algunos corredores que van por delante, y como las piernas han descansado un poco en la bajada, se lanzan a trotar, adelantando a varios corredores ya en la misma entrada a las calles del pueblo. Como conozco el recorrido, ya sé que la meta está al lado, así que hago la llegada en plan «pro», pero no hay casi nadie atento para verla (es que pegaba el sol de justicia, y todo el mundo estaba refugiado en las sombras)… Tiempo final: 18:54:43 y posición 94 de 116 llegados a meta, con 7 retirados y 25 no presentados (no me salen las cuentas de los 200 dorsales que había).

Según llego me apuntan el chip, me endosan el billete de 10€, me ponen la medalla y empiezan a animar la pandilla que me esperaba en la llegada, atrincherados en la sombra: Rafa (que había llegado 3 horas y media antes…), Jorge, Vanessa, frijolito y, ¡sorpresa!, Katia que había venido con su madre para vernos en meta. No contentos con que hubiera terminado, una vez me dan el chalequito de finisher me hacen que vuelva a pasar por el arco de meta para poderlo grabar en vídeo 😉

Momento "pasa de nuevo por meta", extraído del vídeo de Katia

Momento «pasa de nuevo por meta», extraído del vídeo de Katia

Nos quedamos un rato allí comentando la experiencia, muy fuerte el momento «pies de Jorge» (menos mal que no tengo fotos), y muy contentos todos con lo que hemos podido hacer, en especial Jorge que se quita la espinita que tenía clavada del año pasado, Rafa que llegó en posición 21, y ver allí a Katia animada. Mi tocayo se estaba recuperando y pasaría luego por Navacerrada a recoger sus cosas, pero no pude verlo entonces. Se marchan todos con sus respectivos acompañantes a casa, y me quedo con Rafa tomando una cervecita en la plaza mientras esperamos al minibús de la organización que nos tiene que devolver al polideportivo de Navacerrada. En él nos juntamos los que volvemos con la carrera acabada con los que se retiran del GTP110, con cierta tristeza en su cara. Ya en Navacerrada, recogemos los trastos (muy bien la organización) y volvemos a Madrid a descansar, sin mucha más historia que contar. En el momento que ya tu cuerpo se siente en casa, desconecta las baterías y viene el momento «plof», vamos, lo normal.

Recuerdos de la carrera

Recuerdos de la carrera

A modo de resumen, aquí dejo el vídeo que monté con las grabaciones de la GoPro y algunas fotos, espero que os guste… y como se suele decir en estos casos… ¡esto es todo amigos!

Bueno, no es todo, sólo quiero decir a mi tocayo que en septiembre volvemos al ataque de nuevo en la Madrid – Segovia, y que ¡los Bandoleiros cabalgarán juntos de nuevo!

El track

Aquí os dejo, as usual, el track del Garmin, que falleció en la bajada de Peñalara, antes de llegar al Chozo Aranguren…

5 Comments
  1. mayayo 11 años ago
    • jseguir 11 años ago
  2. Juan Avila 11 años ago
  3. iSchumi 11 años ago
  4. Oscar @icosas 11 años ago

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